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Rajoy y PP para un buen rato

Rajoy y PP para un buen rato

domingo 19 de febrero de 2012, 13:31h
Es muy difícil pronosticar lo que puede mantenerse en el poder un partido. En nuestra democracia ha habido períodos más o menos largos de permanencia. De momento, vence el tiempo de Felipe González, frente a los mucho más breves de Suárez y Calvo Sotelo. Los de Aznar y Zapatero están en la media de los ocho-siete años, dos legislaturas, que parece un tiempo recomendable para no originar y consolidar malos hábitos. Rajoy está empezando su tiempo de gobierno, y es muy difícil anticipar lo que pudiera sucederle: ¿será de larga, media o corta duración? De momento, dispone de unas potencialidades como pocos, o ninguno de sus antecesores: gobierna con mayoría absoluta ene. Parlamento y su partido administra casi todos los gobiernos regionales y muchísimas de las ciudades con más habitantes, como estos días se ocupó de recordarnos una triunfal Cospedal.

Pero no es menos cierto que tiene ante sí una tarea extraordinaria, más vigilada que nunca por "los supermercados" internacionales, que no le darán tregua y le exigirán más y más: recortes y controles en el gasto, reformas en el mundo de las finanzas y en la legislación laboral... Al mismo tiempo, el ciudadano es cada vez más consciente de sus propios derechos, y está en condiciones de ser crecientemente exigente. Gobernar es resistir o es padecer, según las distintas interpretaciones. Pero a menudo, la dureza de la situación nos fuerza a los ciudadanos a preguntar cómo es posible que alguien esté dispuesto, y pelee, por hacerse con el poder y situarse en la cabeza de los responsables políticos. Hay que tener muchas ganas... Y es dudoso que llegue a tener compensación no ya económica, sino ni siquiera de reconocimiento público.  Hemos escuchado a los peperos, en estos días del Congreso, y en las semanas que llevan en el poder, las mayores descalificaciones del Gobierno anterior: Zapatero ha sido un desastre sin paliativos, vienen repitiendo, posiblemente para hacer olvidar el nulo apoyo que tuvieron sus iniciativas para afrontar la crisis, que ahora se ve obligado a continuar Rajoy.

A modo de ejemplo, Aznar ha vuelto a proclamar al de Zapatero como el más nefasto gobierno que ha tenido España, se supone que en los tiempos modernos. Pero eso es muy subjetivo, y seguro que tampoco hay quien opine que, por el contrario, fue el de Aznar el menos recomendable: por la invasión y guerra de Irak, por el riesgo corrido en Perejil, por las mentiras y manipulación del mayor episodio terrorista conocido en España, el 11-M, por el pavoroso accidente de los soldados que volvían de Afganistán... El Aznar que se permitió un discurso crítico y severo con Rajoy hace cuatro años, en Valencia, ha vuelto a ser colaborador sumiso de Rajoy. La foto de éste pasando el brazo sobre los hombros de Aznar es un gesto de camaradería y buen entendimiento bien expresivo de que han cambiado los papelesen los últimos cuatro años. Rajoy ha impuesto sobre su autoridad y  Rajoy no tiene rivales dentro, y sólo Rubalcaba, Méndez, Toxo, Mas o Patxi López podrían originarle dolores de cabeza. Pero siempre menores de los que podría producirle Angela Merkel, correligionaria y también amiga.

Con este panorama, con el control total de la situación, y de entrada, Rajoy puede prolongar muchos años su estancia en la Moncloa. Salvo algún error grave, ahora mismo improbable, y si exige a cada uno de sus colaboradores lo que espera de ellos, sólo deberá atender que no se reproduzcan los casos Gurtel, Palma Arena, Brugal y otros desmadres que en los años anteriores se dieron en el tejido de los mandos del PP, y que, por fortuna, apenas han tributado en las cuentas de resultados electorales del Partido. El PP también se ha propuesto en Sevilla evitar que tales casos vuelvan a producirse, y ha festejado las ausencias de Camps, Costa y Carlos Fabra, que nada aportaban al evento.
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