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Seguros y picaresca

Seguros y picaresca

viernes 23 de marzo de 2012, 07:43h

Defraudar a la compañía de seguros, o al menos intentarlo, es una práctica frecuente entre los españoles, atormentados por la crisis. En los dos últimos años, los casos falsos o magnificados o exagerados de partes de siniestros se han incrementado en más de un 30 por ciento. Se refieren, sobre todo, a seguros de automóvil o de vida, donde es frecuente que se simulen accidentes que no se han producido, o que se oculten daños o lesiones que ya existían, pero con los que se puede cobrar más dinero de la aseguradora.

Las compañías disponen de sus propias herramientas para comprobar la verdadera cuantía de los daños, y en algunos casos recurren a investigadores privados para detectar el posible fraude.

Estos episodios no son nuevos, y los agentes de seguros más veteranos podrían escribir libros enteros con sus experiencias, con los casos pintorescos, con las habilidades para lograr que se pague al asegurado una reparación doméstica ajena a la póliza, o para modificar las circunstancias de un accidente de tráfico, incluso pactando con los conductores de otros vehículos implicados.

En la España de la crisis hay también un regreso al país de la picaresca, a aquella España del ingenio en que el lazarillo de Tormes comía las uvas de tres en tres, o donde los hidalgos famélicos espolvoreaban migas de pan sobre la barba para hacer creer que venían de un gran banquete..., o cuando en la pequeña ciudad amurallada se gritaba "fuego, fuegoooo!" en un extremo del recinto para que hasta allí acudiesen los guardianes, y poder robar en la zona que quedaba desprotegida.

Hoy las tecnologías avanzadas y las nuevas relaciones civiles y mercantiles plantean otros escenarios para la picaresca, como los casos de los intentos de fraude a las aseguradoras. Siempre hubo, a las puertas de las iglesias de España, gente que cojeaba hasta que recibía una limosna, y después escondía la muleta para el día siguiente y salía corriendo. Pero, en fin, ni queremos justificar unos presuntos delitos, ni queremos sacar la picaresca actual de un contexto duro, difícil, a veces dramático de necesidad y de supervivencia.

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