Programa o supervivencia

Rajoy ha destrozado el programa electoral en poco más de cien días y de seguir así las cosas, cualquier parecido futuro será un error de la naturaleza. De "no subiré los impuestos" a lo que hemos tenido y, previsiblemente a lo que vendrá, IVA incluido. De "lo único que no vamos a tocar es la educación y la sanidad, palabrita del Niño Jesús" a un tijeretazo improvisado de diez mil millones. ¿Y eso es malo? Bueno no es, pero peor es no ponerse delante de los ciudadanos y explicarles claramente la verdad. Es un problema de filosofía y de comunicación. Y de encomendarse a Santa Rita, abogada de los imposibles o a San Pancracio, a ver si llega dinero por donde sea.

Es un problema de oportunidad. O de inoportunidad. El ministro De Guindos, que no se calienta fácilmente, lleva ya varias "rajadas" para que, minutos después un portavoz del partido desmienta tajantemente ¡lo que piensa el Gobierno! Pero ¿quién se sienta en el Consejo de Ministros, Guindos o Floriano? O que Gallardón se meta entre las zarzas del la femineidad  como si no tuviera suficiente con los agujeros que tiene en la Justicia. O que Esperanza Aguirre se lance sin paracaídas reclamando que las autonomías devuelvan al Estado las competencias en justicia, educación y sanidad porque eso ahorraría 48.000 millones. O que Montoro diga que hay que racionalizar/recortar el Estado de las autonomías, que aunque sea verdad, no se debe decir si no se tiene un plan serio, coherente y pactado.

Es un problema de filosofía, de proyecto y de mensaje. Si faltan esas cosas, uno se puede encontrar con que le respondan y no precisamente cosas bonitas. En las Cortes de la II República un alto cargo se preguntó desde el estrado: "señorías, ¿qué vamos hacer con nuestros hijos". Y desde las filas de la oposición le gritaron: "de momento al suyo ya le han hecho subsecretario". Pues eso, que Rajoy debería decir a los españoles qué país quiere dejarnos dentro de cuatro años, si llegamos, y qué proyecto tiene, si lo tiene, para llevar a la práctica ese plan sin que cada día nos sobresalte a todos y, sobre todo, improvise medidas después de que cada miembro del Gobierno -no todos, alguno no habla- haya soltado su chorrada particular. 

Parece de primero de Ciencias de la Comunicación eso de que el Gobierno debe tener un mensaje único, coherente y bien argumentado y unos portavoces que sepan lo que dicen, cuándo y cómo. Este Gobierno es infinitamente mejor que el último, y posiblemente que todos los anteriores, de Rodríguez Zapatero. Pero en menos de cien días ha quemado la confianza y se ha quedado a la intemperie. Nos está dejando a la intemperie a los ciudadanos. Cuando no haya de donde recortar ni más trabajadores que enviar al paro, o nos morimos o empezamos a mejorar. Palabra de Rajoy.

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