Vientos de Francia...

    El sorprendente "boom" de la extrema derecha en la primera vuelta de las elecciones francesas del pasado domingo, con el 18 por ciento de los sufragios para el Frente Nacional de Marine Le Pen, ha producido alarma en toda Europa puesto que estas tendencias políticas no entienden de fronteras y, además, son contagiosas.

    De momento, Sarkozy, para atraer en la segunda vuelta a los votantes ultraderechistas hacia su redil, ya ha anunciado que reducirá a la mitad el número de inmigrantes llegados cada año, así como la implantación de un examen del idioma francés para facilitar su integración antes de darles papeles. Todo esto no estaba en el programa primero de Sarkozy, sino que lo añade ahora, como decimos, ocupando territorios de intolerancia que rozan la xenofobia.

    Algunos observadores advierten que el impulso del Frente Nacional es un voto de castigo contra Sarkozy, y es también una señal de la frustración, el hastío y la cólera de los franceses ante el estado de su país y la gestión del candidato a la reelección... También se habla de "una advertencia fatídica para toda Europa" y de una "vergüenza para la democracia"... También llama la atención que buena parte de los votantes de Marine Le Pen sean personas modestas, apaleadas por la vida, procedentes de la izquierda tradicional, y que dieron credibilidad al discurso catastrofista de la extrema derecha.

     Este panorama nos lleva a la conclusión de que, tal como ocurrió con la economía, también en las ideologías políticas francesas, y europeas, se ha producido un "pinchazo" de la burbuja y una crisis de valores según los cuales ya nada es lo que ha sido..., y son necesarias nuevas formas y nuevas ideas para promover un mundo menos injusto y menos desencantado.

    Y, ayer, una vez más, Sarkozy utilizó a España como argumento y como modelo de lo que no se debe hacer en política... Y, además de referirse a Portugal, Grecia e Irlanda, comparó las cifras del paro español (un 23 por ciento) con las de Francia (un 10 por ciento) para justificarse cuando soplan malos vientos para sus intereses electorales.

    Pero, en fin, mal asunto cuando el clamor de la pobreza y de la marginación encumbra los postulados, nada recomendables, del Frente Nacional, en unas circunstancias en que están en juego tanto el Estado del Bienestar como la complicada realidad de Europa.