Dado que estamos de 'puente' y que, en la capital del Reino, entre la fiesta del 1 de Mayo, el día de la Comunidad y la 'licencia' de este lunes, no será ¡hasta el jueves! el inicio de la semana laboral, conviene, acaso, echar un vistazo hacia lo que ocurre en Europa, donde, pobres ellos, tienen ante sí unos días más agitados. Porque aquí dentro, ya digo, continúan los silencios, las contradicciones, los eufemismos para no llamar a las cosas por su nombre y la falta de explicaciones, más allá de los próximos 'recortes' que anunció Rajoy este domingo; y nadie, o casi nadie, parece darse cuenta de la importancia de los nuevos vientos que, al parecer, soplan por el Viejo Continente.
Y en esos nuevos vientos nos jugamos los españoles la cabeza. Yo diría que esa 'cumbre del crecimiento' de la que hablara
Van Rompuy -por fin se le ha conocido una idea-la alienta, en realidad, la propia Angela Merkel, quizá preocupada ante el hecho de la pérdida de popularidad de Alemania en el exterior y de su propia pérdida de influencia en el interior, a no muchos meses ya de las elecciones. A
Merkel le conviene poco esa broma de los europarlamentarios más juguetones del sur de Europa diciendo que 'ya estamos en el Cuarto Reich, sin bigotillo ni botas, pero con faldas y silla de ruedas', la del 'superministro económico' alemán.
Es, claro, una exageración, pero no cabe duda de que la canciller germana ha ido demasiado lejos en sus exigencias de 'ajuste' (recortes) a los países más desfavorecidos de la UE, que están pagando caro el apoyo alemán de otros tiempos. Y el 'duro' ministro de Fianzas,
Wolfgang Schäuble, que no simpatiza demasiado con las alegrías de los sureños, ha sido quien más se ha distinguido por su celo a la hora de ver apretarse los cinturones de los 'pigs' , es decir, Portugal, Italia, Grecia y España. Aquí, en la Villa y Corte, no falta quien, puede que de manera precipitada, culpe al responsable de las finanzas germanas de ser el último origen de algunas 'filtraciones periodísticas' de la prensa especializada europea y norteamericana que tan escasamente favorecen la marcha de nuestro país.
Se habla mucho en los cenáculos y mentideros del encuentro que van a mantener en las próximas horas el ministro español de Exteriores,
García Margallo, y Schäuble, que no parece tener una conexión demasiado intensa ni con Luis de Guindos ni con Cristóbal Montoro. En el haber del ex europarlamentario y hoy jefe de la diplomacia española está, sin duda, el conocer de primera mano a casi todos los actores principales de la política europea. Es, sin duda, enorme el papel reservado a García-Margallo, porque la gestión de la crisis económica española ha de ser más bien política, y ahora, con la que se da como muy probable victoria del socialista
Hollande en Francia el domingo próximo, puede que otras recetas políticas se introduzcan tímidamente en las mentes de los rectores de la UE, aunque no haya que hacerse demasiadas ilusiones acerca del ímpetu con el que el rival de
Sarkozy llegue, si es que llega, al Elíseo.
Los socialistas españoles lo ven, en todo caso, como una baza de aproximación al hasta ahora distante Gobierno de
Rajoy: hay personas en el equipo de
Rubalcaba, como
Elena Valenciano, con muy buenos contactos en el PSF en general y en concreto en el entorno de Hollande. Ya que en las urnas lo han perdido casi todo, los dirigentes actuales del PSOE confían en presentar una victoria de su correligionario francés casi como una baza propia. Si gana, Hollande vendrá pronto a España, como lo hará Angela Merkel allá por finales de septiembre. Porque lo que ocurre en este país de manifestaciones -no muy numerosas este domingo, por cierto-- y 'puentes' sigue importando bastante y preocupando mucho a los rectores de Europa. Pero ya digo: aquí, de momento, silencios. Y encogimientos de hombros que resultan inexplicables.
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