lunes 07 de mayo de 2012, 11:01h
Cuando
España se integró en el Sistema
Monetario Europeo casi todos los españoles lo consideraron un éxito que
confirmaba, en el plano real, la pertenencia a la Unión Europea más allá de la
teoría política. En el año 2.002 la peseta era sustituida por el euro. La
peseta era la unidad monetaria española desde un decreto de octubre de 1.868,
siendo ministro de hacienda Laureano Figuerola. Su nombre sonaba a diminutivo
del "peso", lo que le daba cierto complejo de inferioridad y provocaba la
afición a contar en "duros", aunque ello obligase a dividir mentalmente por
cinco los precios. La historia de la peseta no fue brillante, quizá porque
coincidió con periodos turbulentos de la nación que hicieron difícil su
estabilidad, precario su respaldo económico y fluctuante su valor
internacional. Hubo etapas en que cotizó a cambios múltiples, otras en que se
propuso un tipo de cambio oficial, no siempre universalmente aceptado, con los
fantasmas de la inflación y la devaluación al acecho.
Por todo ello,
el euro, a pesar de las incomodidades que todo cambio comporta, fue bien
recibido. No fue necesario explicar las ventajas de una moneda estable y
poderosa apoyada y compensada por un prestigioso haz de naciones. Se tuviesen
pocos o muchos euros, se sabía lo que valía en todas partes lo que se compraba
y lo que se vendía, lo que se ahorraba y lo que se gastaba. Era como la llegada
de la paz al mundo del "parné". Después de siglo y medio de peseta se esperaba
que, como mínimo, tuviéramos siglo y medio de euro y consecuentemente de
reforzamiento de una unidad continental capaz de codearse y competir con los
gigantes económicos. Sin embargo, en los tiempos inquietantes que vivimos, se
habla frívolamente y sin medir sus consecuencias, de la ruptura o la salida del
euro y hasta existen políticos insensatos que proponen como deseable la vuelta
a sistemas dinerarios de pequeño país. El riesgo de tal dislate es altamente
improbable pero no por ello deja de ser una hipótesis peligrosa por sí misma,
aún cuando se trate, hoy por hoy, de un escenario puramente teórico.
Tras una
década en que los españoles han pasado de tener más dinero a tener menos, les
queda la tranquilidad de saber lo que vale el poco o mucho dinero que tengan.
Lo que no se puede es añadir a la pesadumbre de la crisis, de los recortes y de
los subsidios, la incertidumbre sobre el
valor de la moneda. Es el horizonte catastrófico en que parecen soñar los
extremismos delirantes de izquierda y derecha. Da la impresión de que, para
algunos, una década ha sido suficiente para borrar de la memoria lo que
significan palabras como inflación, devaluación, fuga de capitales,
"corralitos" bancarios, mercado negro de divisas, etc. La amenaza potencial de
volver a pasar por trances como los de otros países fuera de la eurozona es
cierta y la única forma de evitarla es, precisamente, no salir del área del
euro aunque cueste sacrificios y deberes de solidaridad.
La salida de
una economía particular del amparo colectivo del euro sería casi un suicidio de
consecuencias mucho más calamitosas que las que podamos atribuir a la crisis
que vivimos y a la que viven países en situaciones peores, como Grecia, si se
encontrasen sin intervenciones ni rescates externos. La ruptura generalizada
del Sistema Monetario Europeo tendría consecuencias aún peores, más allá de la
perdida de la paz dineraria, ya que significaría la vuelta a la lucha
encarnizada por la supervivencia entre las economías nacionales, tal y como se
desarrolló en tiempos destructivos de la historia de Europa. Debemos considerar
que, en nuestras actuales circunstancias, bendito sea el euro y que solo con el
euro podremos superar ayudados la crisis y esperar tiempos mejores. Todo lo que
se haga por mantener la unidad monetaria nos beneficiará en el futuro. Romperla
sería un fracaso histórico de daños incalculables para varias generaciones.
Ex diputado y ex senador
Gabriel Elorriaga F. fue diputado y senador español por el Partido Popular. Fue director del gabinete de Manuel Fraga cuando éste era ministro de Información y Turismo. También participó en la fundación del partido Reforma Democrática. También ha escrito varios libros, tales como 'Así habló Don Quijote', 'Sed de Dios', 'Diktapenuria', 'La vocación política', 'Fraga y el eje de la transición' o 'Canalejas o el liberalismo social'.
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elorriagafernandezhotmailcom/18/18/26
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