Algo más que un barril de pólvora
jueves 10 de mayo de 2012, 16:25h
Andamos tan asustados por lo que deben los
bancos, y tan entretenidos enviando currículos de nuestros hijos, y tan
distraídos con el juego de acusicas en el seno del Consejo General del
Poder Judicial, donde se denuncian unos a otros por los gastos de unos
viajes, que hablar de Grecia casi parece una extravagancia o uno de esos
esnobismos propio de ciudadanos sin problemas. Habiendo, además,
interesantes finales de campeonatos futbolísticos, y entretenidas
disputas nacionalistas, siempre tan llenas de su ribete ridículo,
ocuparse de lo que sucede en otro país puede parecer una frivolidad. Y,
sin embargo, el currículo del hijo, y el futuro de los bancos donde está
el poco dinero que nos queda, y las bases sobre lo que podrá variar
nuestra vida en los próximos años, reside en esa especie de barril de
pólvora que se llama Grecia.
Es muy probable que no puedan formar gobierno, porque los partidos
convencionales -los que podrían equivaler a nuestro PSOE y a nuestro
PP- han sido devorados por la extrema derecha y la extrema izquierda. No
sé si han visto al líder nazi griego acompañado de su guardaespaldas,
pero extraña que no le asome la culata de la pistola por encima de la
cintura del pantalón. Y no quiero referirme a los que quieren dejar los
palacios como la Acrópolis, o sea, en ruinas. Entretanto, el Banco
Central Europeo no suelta un euro más, y es posible que, si la situación
se prolonga, cuando llegue el 1 de junio, los policías, los jueces, los
profesores, los funcionarios comprueben que no les han ingresado el
dinero de las nóminas. Los nostálgicos del nazismo y del leninismo dicen
que hay que salirse del euro, pero si los griegos se salen del euro van
a estar -según los expertos- un 80 por ciento peor de lo que están
ahora, que no están nada bien. "Pues que se jodan los griegos", diría el
tabernario. Pero es que se larvaría una guerra civil. ¿Una guerra civil
en la Europa del siglo XXI? Hombre, no hace falta mucha imaginación:
las carnicerías en Serbia, Bosnia y Herzegovina, que ocurrieron hace
bien poco, superaron en barbarie y atrocidad a las cruentas guerras
étnicas africanas.
Y en esas circunstancias, creer que eso no iba a afectar a la
economía de los países de la Unión Europea sería como creer que la
explosión de la bombona de butano en la cocina no va a afectar ni al
dormitorio, ni al comedor.