Los primeros signos de ingobernabilidad
lunes 21 de mayo de 2012, 08:23h
Déjenme insistir en la incapacidad
cada vez más evidente que tiene el PP, sobre todo en Génova, de leer
correctamente la evolución sociopolítica del país. Como decía Marshall Berman
en su trabajo "Todo los sólido se desvanece en el aire. La experiencia de la
modernidad", quien no es capaz de leer los signos de la calle, los más
inmediatos y cotidianos, siempre irá por detrás de las circunstancias
políticas.
Porque claro, si lee de forma
aislada, la noticia de que dos empleados bancarios hayan decidido agarrar el
dinero y echar a correr, apenas tiene significado. Total sólo se han llevado
como millón y medio entre los dos. Pero sería un error no darnos cuenta de que
eso muy probablemente no lo habrían hecho antes del 2010. Como sería una falta
de imaginación no pensar que esa misma tentación les está dando a muchos otros
empleados bancarios y a una importante cantidad de empresarios. ¿Cuánta es la
cantidad de millones que dicen en los mentideros que se está sacando del país?
Mientras tanto, en el pueblo llano,
ese que no ve pasar el dinero propio ni ajeno por sus manos, las tentaciones
son mucho más sencillas: en varias ciudades españolas algunos grupos han
empezado a no pagar la luz, el gas o algunos servicios de transportes (el
metro, algunos autobuses). La rebeldía con causa se ha empezado a extender en
sectores de la juventud, siempre dispuesta a disfrutar de algo de riesgo:
pequeños destrozos aquí y allá, algunos robos menores, acciones reducidas de
las que ufanarse.
En realidad, lo que tienen en común
todos estos hechos -que, insisto, de forma aislada apenas tienen importancia-
es que comienzan a reflejar la ruptura del contrato social de convivencia. En
unos casos, porque se piensa que ese contrato mínimo ya se ha roto y que no
merece la pena que uno lo mantenga de forma unilateral (algo así creo que
pensaron los empleados bancarios) o bien porque se piense que, frente al poder
institucional que impone recortes poco justos, la posibilidad de rebelarse
comienza por no pagar el metro.
Sin necesidad de exagerar, hace falta
ser bien miope para no darse cuenta que todos estos pequeños hechos no
representan sino los primeros signos de anomía, que son el caldo de cultivo de
la ingobernabilidad. Y mientras tanto, en Génova, siguen susurrando: "más
madera Mariano, más madera, hasta que se enteren de lo que vale un peine". Y
agregan: "Nada de pactos, chicos y chicas del Gobierno, que eso fortalecería al
PSOE". Sobre todo parecen que la tienen tomada con todo aquel o aquella que
trate de hacer un discurso demasiado razonable frente a la oposición,
comenzando por la Vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría.
Pues bien, estoy convencido de que
estos miopes del aparato del PP son un grave peligro para el país. Esto tipos
-y alguna que otra prominente tipa- no son capaces de leer los signos de la
calle, ya sea porque llevan grandes orejeras ideológicas o por insensibilidad pura
y simple. Y con esa enorme incapacidad sólo serán conscientes de que el país se
adentra en una grave ingobernabilidad cuando ya sea demasiado tarde; cuando el
pacto de Estado ya no sirva para nada y además sea imposible, como ha acabado
pasando en Grecia. Por eso creo que, al menos, hay que denunciar esa
incapacidad cuanto antes.