Un cuestionario sobre democracia

Cuáll es la mayor amenaza a la democracia?; ¿puede el terrorismo acabar con la democracia?; ¿Dios es demócrata?; ¿puede la democracia resolver el problema del cambio climático?; ¿son las mujeres más democráticas que los hombres?; ¿quién o qué manda en el mundo?; ¿qué le haría a usted iniciar una revolución?; ¿por quién votaría usted para Presidente del mundo?.
 
Estas son ocho de diez preguntas que desde hace cinco días está haciendo la BBC a varias personalidades de la academia y a líderes políticos como parte de su nueva serie, “¿Por qué democracia?”. Las otras dos se refieren a si hay dictaduras “buenas” y a si la democracia es “buena absolutamente” (nota: más que una traducción literal, es una interpretación personal del sentido de estas preguntas, las más comprometidas según mi apreciación).
 
Me ha parecido oportuno traer estas interrogantes a la presente columna porque estamos terminando una semana dedicada a la celebración de cuarto siglo de vida democrática que, paradójicamente, se inició –la semana- con  fastos conmemorativos a un sobrevalorado Ernesto Guevara, con bendición presidencial y todo. Pero, no nos llamemos a engaño, este cuestionario es más un ejercicio lúdico que uno de orden científico –salvo las preguntas que refiero por separado, que, por otra parte, son las que podríamos encontrar en textos como los de Sartori al versar sobre los problemas de la teoría de la democracia-.
 
Para diseccionar aún más este desafío a la razón, diré que hay cuestiones globales dirigidas al “mundo libre” y que sólo pueden ser respondidas por ciudadanos que lo habitan (mal podría pensarse en cuál es la mayor amenaza a la democracia en ausencia de ella –me pongo el la piel de un monje birmano, quien, sin embargo, sí tendría un buen motivo para iniciar una revolución-). No faltan, en la onda lúdica, las preguntas que solemos llamar “capciosas”; coincido con Stanley Fish, articulista del New York Times, en la misma línea argumentativa que expuse al separar las aguas entre democracia y resolución del “problema de la pobreza”, respecto de la forzada relación democracia-resolución del “problema climático”; voluntad política aparte (necesaria y bienvenida), no puede perderse de vista que democracia y producción de cambio climático no son variables relacionadas directamente. Otro tanto –“tramposa”, cuando menos- puede decirse acerca de si las mujeres son más demócratas que los varones. Una respuesta afirmativa, por contrapartida, significaría que los hombres somos más autoritarios que ellas, aunque lo más ecuánime es admitir que tanto entre las unas como entre los otros hay gente más y menos demócrata, no siendo éste un factor de definición de género.
 
Y así, mientras usted seguramente se está respondiendo estas preguntas, este servidor quiere escribir algo que dijo en una entrevista televisiva a propósito de estos 25 años de libertad: que en este tiempo nuestra democracia se ha dilatado en términos de participación, pero durante el último lustro se ha contraído en materia de institucionalidad.