El enigma Rato

La política se complace en la ironía. El último caso tiene como protagonista a Rodrigo Rato, el hombre que estos días, en el imaginario popular, preside el escalafón de los responsables/irresponsables cuyas actuaciones al frente de las grandes corporaciones financieras desencadenaron o no supieron frenar la tormenta bancaria. Rato, como se sabe, encabeza la lista de imputados por el caso Bankia en razón de la denuncia presentada contra esta entidad por el partido UPyD a raíz de la salida presuntamente tramposa del banco a bolsa con el consiguiente descalabro sufrido por miles de pequeños accionistas. Ahora Rato está en el ojo del huracán pero -y, de ahí la ironía, o si se prefiere lo efímero de la gloria-, hasta hace dos días era el personaje hacia el que se habrían vuelto todas las miradas caso de que España, con la prima de riesgo acercándose a los 600 puntos y el bono español rozando el 7 por ciento, hubiera sido intervenida y rescatada a la griega.

   Con su aureola de buen gestor económico y de político de talante liberal en el sentido clásico del término, Rato podría haber sido el Papadimos o el Monti español. Es curioso, pero la suya parece una trayectoria llena de oportunidades no cuajadas. Fue el "hombre que pudo reinar" en el Partido Popular pero como se sabe Aznar torció su destino señalando a Rajoy, para sorpresa, todo hay que decirlo, de propios y extraños dentro y fuera del PP. Rato sigue siendo un político muy querido en su partido. Hasta lo de Bankia, era visto por muchos como posible alternativa a un Mariano Rajoy premioso, dubitativo o desconcertado ante los embates de la crisis. Ahora, tras lo ocurrido en Bankia, cabe preguntarse cómo un hombre inteligente como él decidió liquidar su futuro en la política -habría sido cuestión de esperar- optando por la presidencia de una entidad como Cajamadrid de la que hasta quienes no leen los periódicos tenían noticias de que allí había gato encerrado. ¿Por dinero? No parece ser la razón, viniendo de dónde viene. En fin, solo él tiene la respuesta; aunque, visto lo visto, puede que también el propio Rodrigo Rato se esté haciendo la misma pregunta. De momento se mantiene el enigma.