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Las vacaciones de la crisis (Capítulo II)

Las vacaciones de la crisis (Capítulo II)

viernes 03 de agosto de 2012, 18:04h
No hay más que hablar. Ante la duda de si irnos a Matalascañas o a Chipiona a un apartamento de alquiler que nos sale por un ojo de la cara, elegimos lo más barato: ir de gañote. Y lo más barato es tratar de disfrutar de unas vacaciones aunque sea a salto de mata "gratis total" a costa de los numerosos parientes y amigos que aún no se han visto descalabrados por la puñetera crisis. Es lo que yo le llamo unas "vacatas gorronas" a las que lo único que hay que echarle es la poca vergüenza de la que hacen gala nuestros políticos y la cara dura necesaria para presentarse de sopetón y sin previo aviso en casa ajena aunque esté a trescientos kilómetros diciendo aquello de "¡Sorpresa, qué alegría de veros!, pasábamos por aquí cerca y le he dicho a Pili ¿por qué no nos acercamos al chalecito de mi amigo Antonio, que está aquí al lado, y lo saludamos?. Ya verás lo contento que se pone él y su mujer  al vernos. Y dicho y hecho. Aquí estamos". 

Antonio, que no es tonto, y conoce de sobra el morro que su amigo Pepe y su parienta le echan, pone cara de circunstancias y dice con algo de retintín y sorna: "Pues sí que ha sido una sorpresa. Qué digo una sorpresa, un sorpresón. Este año no os esperábamos tan pronto. Pensábamos que íbais a esperar que pasara la Virgen de los Reyes para hacernos una visita, pero ya veo que nos echábais de menos". Como es lógico, Antonio no quiere pecar de borde y como se acerca la hora de la comida no tiene más remedo que preguntar: "Os quedareis a cormer, ¿verdad?".

-"Pues, claro, a comer y a lo que haga falta, dice Pepe que sabe de sobra que a Antonio se le calienta la boca con unas cervecitas y un buen tinto como el que él, que lo conoce, se ha traído incorporado y ya se enfría en el frigorífico de su amigo. Por si acaso, y para que no se eche atrás le evoca una pasada noche de junio en la que Antonio tuvo la mala suerte de irse de la lengua. "Hace más de dos meses que no nos reunimos y te acordarás que entonces, en la terraza de mi casa, tomando unos caracoles, insististe en que pasáramos un fin de semana con vosotros en la playa. Yo te aseguré que lo pensaríamos y aquí estamos. Lo prometido es deuda".

-¿Y los niños?. pregunta Antonio, ¿dónde los habeis dejado?

-¿Los niños? Están en el pueblo con mi suegra y con su prima Maribel, que esa sí que es una prima de riesgo y no la de la deuda española. Pesa más de cien kilos y no te puedes imaginar lo que suelta por esa boquita cuando le ponen por delante el plato de menudo con garbanzos o los huevos fritos con chorizo. La pobre mía, más que comer, devora y, después, durante la siesta, parece el león de la Metro, ¡qué ronquidos, Dios mío! Si resuenan en toda la casa como un terremoto. Tanto es así que mis hijos, cuando vuelven, tienen que ir a la consulta de un psicólogo porque sueñan que están en la selva rodeados de fieras. Yo no era muy partidario Vanessa y Ruben se fueran al pueblo, pero Pili me convenció para largarlos con su abuela cuando me dijo que en Sevilla no podían quedarse solos porque, a la primera de cambio, hacen una botellona en el piso con sus amigos y nos dejan la casa como si hubiese pasado Atila.

-Pues nada, Pepe, le voy a decir a mi mujer que os prepare el cuarto de invitados, que ya sabeis de sobra donde está, y siento deciros que teneis que dejarlo libre el lunes porque llegan mi suegra, mi hermana y mi cuñado y más que un chalé, esto se convierte en el hotel de los líos. Mientras, ya sabes donde está el frigorífico. Estais en vuestra casa y si os apetece algo no tienes más que cogerlo. Eso si, las cervezas con las etiquetas negras no las toques que son reserva especial y las guardo para las ocasiones. Que te conozco y sé que cuando te pones a descorchar no te gana en rapidez ni la madame del "La casita". 

- Faltaría más, Antonio. El lunes, a primera hora, hacemos las maletas y emprendemos de nuevo el camino. Ya he quedado con Juanito en su apartamento donde estamos también invitados a pasar unos días.

-¿Con Juanito "El chuflas"? ¿Pero ese no tiene el apartamento en la costa de Almería? ¿No os queda un poquito lejos de Huelva?

-Sí, pero por un amigo se hace lo que sea. Qué son quinientos kilómetros si, como ocurre contigo, le damos una grata sorpresa que no olvidará en varios años.

-Pues, nada, hijos, acomodaros que esta noche tenemos previsto hacer una barbacoa en el jardín con algunos vecinos de la urbanización. Ya vereis que bien lo vamos a pasar.

Continurá...   
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