El verano permite una cierta relajación a casi todos, pero a muchos
famosos lo que se les relaja es la lengua y dicen cosas sorprendentes. "Soy el
último exiliado del franquismo", ha dicho
Baltasar Garzón que piensa que
los demás jueces de este país están obsesionados con él. "Querían mi muerte
civil, por celos, por envidias", añade, cuando el que parece obsesionado
consigo mismo y encantado de haberse conocido es el propio Garzón, grande en
muchas cosas, deficiente en otras de sus anteriores tareas profesionales y
caminando en algunas por los bordes o al otro lado de la ley. Del juez que
ahora es abogado de
Julian Assange y que seguramente pedirá respeto para
su secreto profesional -el que no tuvo para
con otros abogados- dice un periodista de raza como es
Ángel Expósito
que cuando se celebre el juicio, ya verás que lío entre el abogado y el acusado
para ver quién sale más y mejor en la foto.
La foto es muy importante para todos. Un interesante informe revela que
las empresas contratan a las personas más atractivas y que la mala apariencia
penaliza más de lo que beneficia un buen físico. Parece increíble, pero en un
mundo tan marcado por la imagen -Garzón lo entendió rápidamente y pronto sacó
las "oposiciones" a "juez estrella"- cómo se sale en la foto o en el currículo
puede ser clave para un futuro mejor o peor.
Pero hay un fenómeno realmente preocupante porque indica que algo estamos
haciendo muy mal. Seguramente tenemos la generación mejor preparada de la
historia, con más estudios, de mayor nivel, más amplio conocimiento de idiomas,
másteres y lo que sea. Pero no encuentran trabajo y tienen que maquillar su
currículo a la baja para encontrar empleo. Un currículo de excelencia es un
obstáculo para trabajar en lo que ofrece el mercado hoy: trabajo precario, con
escasa cualificación, de baja temporalidad y mal pagado. Algunos no quieren
trabajar bajo esas condiciones de explotación, pero muchos se han fabricado dos
currículos: el real y el de batalla donde quitan sus másteres, sus títulos
universitarios, sus idiomas, ponen que tienen la ESO o el Bachillerato y borran
cualquier experiencia laboral para que les contraten aunque sea para unos días.
Es cierto que la prima de riesgo es muy importante o que hay que retrasar
la edad de jubilación y recortar todos los gastos superfluos porque esto no da
para más. Pero estamos condenando al paro perpetuo a una generación de
españoles a los que hemos preparado a un coste altísimo para no trabajar nunca,
para emigrar a otros países o trabajar aquí en condiciones tercermundistas. Mientras
unos se victimizan, otros tiene que rebajar su currículo. O nos ocupamos de ellos
con planes de incentivación del empleo juvenil, buscando una formación
profesional ocupacional, primando a los emprendedores o este país no tendrá
arreglo. Nos la jugamos con el Banco Central Europeo, pero también con la
educación y el empleo. Garzón sobrevivirá sólo.
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