¿Cien días de Gobierno? No, de oposición
jueves 16 de agosto de 2012, 17:50h
Pepe Griñán acaba de cumplir sus primeros cien
días desde que tomara posesión como presidente de la Junta de Andalucía gracias
al pacto de Gobierno con la IULV-CA de Diego Valderas y Sánchez
Gordillo. Cien días es el plazo de gracia que se le concede a los gobiernos
para que afronten sus primeras iniciativas. El problema que tenemos los
andaluces con el Ejecutivo que preside Pepe Griñán es que, tras estos
cien primeros dias, no se ha notado ni un ápice que el Gobierno de coalición de
izquierdas haya hecho algo que responda a su nombre y a las expectativas de
regeneración levantadas tras los comicios andaluces del 25-M. Aquí sólo da la
impresión de que el díscolo alcalde de Marinaleda, Juan Manuel Sánchez
Gordillo, es el único capaz de anular con su protagonismo indecente
cualquier propuesta surgida en el Palacio de San Telmo donde parece que la
coalición Izquierda Unida Los Verdes-Convocatoria por Andalucía se ha limitado
a ocupar despachos acolchados y echarse el sueño de los justos en sus mullidos
sillones de piel. Ni socialistas ni comunistas han llevado a cabo en estos cien
primeros días algo destacable, algo que haya ilusionado a los andaluces que los
votaron. Se han limitado a hacer una política continuista de la inacción del
anterior gobierno de Griñán y ni tan siquiera se han preocupado de poner las
bases para paliar la gran lacra que asola esta tierra que no es otra que el
millón y medio de parados, ese treinta y dos por ciento de desempleados que
lastra como una pesada losa cualquier asomo de recuperación económica.
Resulta cuando menos paradójico que el Gobierno de Griñán en la Junta de
Andalucía no gobierne y se dedique casi exclusivamente a hacer de oposición al
Ejecutivo de Mariano Rajoy, y no lo es menos que la oposición popular en
la Cámara andaluza centre sus esfuerzos no en controlar a Gobierno de Griñán,
como sería su deber, sino en tratar de defender al Gobierno central. Como dice
el refrán, unos por otros, la casa sin barrer. Los andaluces estamos asistiendo
estos últimos meses a una especie de partida de ajedrez en la que lo que menos
le importa, a unos y a otros, son los continuos sacrificios de los peones con
tal de provocar cuanto antes un jaque mate del adversario. Todavía se puede
disculpar que Juan Ignacio Zoido, recién llegado a la presidencia del PP-A, no
haya conseguido aún poner órden en sus filas, pero Griñán, que lleva ya casi
tres años como secretario general del PSOE-A, debería de saber que gobernar no
es sólo sacar a relucir continuamente el agravio comparativo y la defensa del
Estatuto de autonomía sino, además, utilizar todos los medios a su alcance, y
son muchos, para tratar de relanzar una economía en punto muerto como es la
andaluza y trabajar en busca de un futuro mejor para todos los andaluces, le
hayan o no le hayan votado.
Y es que gobernar haciendo sólo oposición al Ejecutivo central de Mariano
Rajoy podría darle resultados a corto y medio pazo, pero no sirve de nada
en estos momentos en los que la crisis no es solo de una comunidad ni de un
Estado sino de casi toda Europa. Echarle la culpa al Gobierno central de todos
los déficits que sufre actualmente Andalucía, además de ser mentira, es una
apuesta cargada de riesgos que puede volvérsele en contra a las primeras de
cambio. Sobre todo porque en el actual Estado de las autonomías, la gran
mayoría de las comunidades tienen transferidas casi todas las competencias ás
importantes. Desde Sanidad a Educación, pasando por Cultura, Agricultura,
Justicia, Industria o Políticas Activas de Empleo. Todas ellas son competencia
casi exclusiva del Gobierno de Pepe Griñán, haga lo que haga Rajoy o Montoro
en Madrid. Otra cosa muy distinta es que los gastos que todas estos
servicios públicos comportan estén en parte financiados por el Estado y que
algunas autonomías pretendan que sea éste quien los costée mientras ellos
dilapidan sus presupuestos en medidas más o menos electoralistas.
Así que, dándole no cien días sino ciento cincuenta de plazo de gracia, espero
que una vez pase el mes de agosto, Pepe Griñan y Diego Valderas,
dejen a un lado su obsesiva oposición al Gobierno central y centren sus
esfuerzos en gobernar Andalucía haciendo algo destacable además de promover
jnto a los sindicatos amigos, CC.OO. y UGT, las algaradas callejeras. La
oposición a Rajoy deberían hacerla sus respectivos jefes en el Congreso de los
Diputados, Alfredo Pérez Rubalcaba y Cayo Lara, respectivamente,
que parece que ni existen. A ellos, a los que mandan en Andalucía lo que les
piden, les pedimos los andaluces es que gobiernen, que para eso fueron
elegidos. A ver si al final lleva razón Juan Manuel Sánchez Gordillo cuando
reniega del Gobierno de coalición en Andalucía afirmando que son "los
mismos perros pero con distintos collares".