Con la
muerte de
Santiago Carrillo se cierra un capítulo en la historia de España. Durante
los 40 años de Protagonistas, lo entrevisté con frecuencia y siempre mantuvimos conversaciones
interesantes, a pesar de nuestras diferencias de criterio. Incluso llegamos a
colaborar en causas comunes, como el homenaje que la radio hizo a la figura de
Adolfo Suárez.
Carrillo
fue un protagonista esencial en la transición, aplacó los ímpetus rupturistas
de los suyos, homologando con su actitud moderadora, nuestra incipiente
democracia. Pero su biografía está marcada por los sangrientos sucesos de
Paracuellos, y él nunca explicó con claridad en qué medida estuvo implicado en
aquel episodio de nuestra guerra civil.
La última
vez que Carrillo vino a Protagonistas, volví a preguntarle sobre Paracuellos, pero
en esa ocasión, perdió la paciencia y me mandó "al infierno", una expresión que
inmediatamente suavizó, y que excusó como pudo. Dado que no creo en infiernos, tampoco creo que nos veamos
allí. Esté donde esté, nos queda el
recuerdo de un político clave que luchó para que la transición española fuese
un modelo de respeto y tolerancia. Solo por eso, merece un rincón entre los
justos.
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