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Vivan los estados confederados de España

Vivan los estados confederados de España

domingo 23 de septiembre de 2012, 09:45h
¡Vaya cómo está el patio! Si no teniámos bastante con la crisis, con el paro, con los recortes, con las pensiones, con las preferentes o con la prima de riesgo, ahora sacamos un nuevo conejo de la chistera y ponemos sobre el tapete el Estado Federal o Confederal. Como siempre, la espita, la caja de Pandora la han abierto los catalanes cuyo Gobierno nacionalista, endeudado hasta las cejas, pretende coaccionar al Estado provocándole al Ejecutivo del PP un nuevo frente, uno más, de los que ya tiene abiertos en el horizonte. Hasta el momento es mucho más el ruído que las nueces, un ruído alentado por algunos medios de comunicación que han dado pábulo, con debates, mesas redondas e informaciones bastante sesgadas -tras leer parte de la carta hecha pública en la web por Su Majestad Don Juan Carlos, llamaron al Rey, con toda la intención, jefe de la Casa Real y no Jefe del Estado- que no hacen sino echar leña a un fuego que comienza a prender en otras comunidades de las llamadas históricas. Aquí, por desgracia, siempre le estamos dando las mismas vueltas al mismo melón sin atrevernos a abrirlo y eso, además de no solucionar nada, provoca que el hambre cunda entre unos comensales ávidos de meterle el diente a la independencia.

Este mismo debate lo tuvimos ya a finales de los años setenta y principios de los ochenta del pasado siglo y acabó, para no cabrear a nadie, con el famoso "café para todos" de la UCD que nos ha llevado a una situación insostenible para financiar a diecisiete autonomías, cada una de ellas con sus gobiernos, sus parlamentos, sus empresas públicas, sus dislates y sus gastos añadidos financiados por cajas de ahorro propias y manejadas por "propios" que se endeudaron hasta las cejas y han quebrado estrepitosamente. En estos momentos son muchos los españoles que creen sinceramente que el Estado no puede soportar ese gasto excesivo de sus autonomías y son muchos los que piden una vuelta atrás en el Estado de las autonomías que en estos momentos es impensable e imposible.

Dejando a un lado las aspiraciones de independencia de las tres comunidades llamadas "históricas", ya saben, Cataluña. el País Vasco y Galicia, que antes o después seguirán los pasos de Artur Mas, el resto está a la espera de ver como se desarrolla todo este tinglado para comprobar si, al final, vuelve a haber "café para todos" o no. Cualquier decisión de este tipo necesitaría una reforma a fondo de la Constitución, con refréndum incluído y unas negociaciones a diecisiete bandas que agotarían al Gobierno más sereno. Volver a la transición, regresar al pasado, poner en tela de juicio el Estado en estos difíciles momentos en los que medio mundo y toda Europa tiene sus ojos fijos en España no parece que sea situación ideal para que sigan prestándonos dinero.

Aquí, en Andalucía, Pepe Griñán ha visto el cielo abierto y ha vuelto a poner sobre la mesa el discurso que ya defendía Pepote Rodríguez de la Borbolla en los años ochenta, la del Estado Federal, una aspiración que los socialistas siempre han proclamado en sus programas y que nunca se han atrevido a llevar a cabo. Hombre plantear el Estado Federal o Confederal español tras salir de una dictadura y un Estado ultracentralista tenía su sentido. Pero, ahora me pregunto yo ¿qué diferencia existe entre los landers alemanes y las autonomías españolas? Me da la impresión que ni Alemania ni Austria ni tan si quiera Estados Unidos son Estados más federales que la actual España donde la mayoría de las comunidades autónomas tienen transferidas las competencias en Sanidad, Educación, Cultura, Empleo, Agricultura, Servicios Sociales, Justicia e incluso algunas en el cobro de los impuestos y las tasas.

Sinceramente, podemos seguir perdiendo el tiempo en discusiones bizantinas sobre si Cataluña se merece o no ser independiente, pero me da a mí que, en estos momentos deberíamos preocuparnos por asuntos más graves como los cinco milones de parados, que afectan a todo el conjunto de esta nación que, todavía, se sigue llamando España. Cuando estén resueltos, ya tendremos tiempo de discutir si debemos constituirnos en Estados Confederales de España. Hasta con nueva bandera y con un nuevo himno que pueda ser cantado en vasco, catalán, gallego, castellano, aragonés, bable o andaluz. Hasta entonces centrémonos en lo que debemos centrarnos y no mareemos más la perdiz, que nos está el horno para estos bollos de la Masía.   
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