www.diariocritico.com
Ese oscuro objeto del deseo

Ese oscuro objeto del deseo

lunes 01 de octubre de 2012, 08:51h
Según los entendidos en esta cosas, será el iPhone 5. Al menos hasta las navidades. Cuando, al fin, la mayoría de ansiosos consumidores lo consiga, se desencantarán del juguete, transfiriendo sus deseos a un nuevo objeto de deseo en el cual cifrarán toda su felicidad.

Sin embargo, para los nacionalistas vascos y catalanes ese codiciado juguete para adultos, este año más que nunca, se llama independencia. Y cuantos más se pidan el Independentón Payá al "Olentzero" o al "caganer" más, por no ser menos, se lo pedirán también amenazando con grandes pataletas si ven frustrados sus sueños.
 
En ese imaginario independentista todos los males y miserias emanan de la falta de independencia. Sin embargo, la Arcadia feliz, la Utopía de Moro, o Shangri-la esperan a quienes consigan el anhelado sueño de la república independiente. ¿Recuerdan el eslogan?  "Bienvenido a la república independiente de tu casa". Ganó un premio de la Asociación Española de Anunciantes. La campaña de Ikea, creada por la agencia S.C.P.F. utilizó, con ladina perspicacia, la seducción platónica del concepto "república" con su halo suavemente transgresor, anfibológicamente atractivo tanto para la extrema derecha como para la izquierda. El siempre bien valorado de "independencia"; un término como "libertad" o "libre", imprescindible en cualquier anuncio, y por supuesto "bienvenido", con todas sus connotaciones positivas de hogar, calidez, y descubrimiento. De manera subliminal se dirige a quienes cortan con el hogar paterno e inauguran uno nuevo. ¿Adivinan dónde se ubica la agencia de publicidad S.C.P.F? Correcto; en Barcelona.
 
No deja de ser irónico como la empresa lo imprimió luego en los felpudos para que todos pudieran pisar y llenar de mierda a conciencia tan elevados conceptos. Que es como suelen acabar los ideales mangoneados por los políticos populistas. Cuidado con lo que se desea...
 
Para vender mejor ese juguete esbozado por la publicidad es muy recomendable tender un velo de ignorancia sobre sus características, su supuesta utilidad o los detalles de sus ventajas. Como un enamorado ciego a los defectos de su amada; ese oscuro objeto del deseo. Cuanto mayor sea la ambigüedad más fácil será para la masa de consumidores centrar en el producto sus fantasías más descabelladas. Aunque luego, cuando lo hayan conseguido, la frustración sea directamente proporcional a las utopías y quimeras soñadas cuando tanto se deseaba ese juguete. No otra cosa sucedió con la Primera República española. Y como no aprendemos, se repitió con la Segunda. Todos, con el fin de la monarquía, creyeron que les había tocado la lotería. Y así acabó la cosa cuando les dijeron que el número estaba bien, pero sus boletos eran falsos y seguían siendo igual de pobres, o más, que antes de abril del 31. Con el "Indepentón Payá" pasará igual cuando descubran que sólo hace "raca, raca".
 
Pero eso no cambia el objetivo de la campaña de publicidad independentista. Para ello se cuenta con ese gran anuncio, y larguísimo, que las televisiones pagan por proyectar; Braveheart, dirigido y protagonizado por Mel Gibson. La imagen de los malos, los opresores de la independencia, es tremebunda: abusan del supuesto "droit de seigneur", el ius primae noctis, mal llamado derecho de pernada, son felones, feos y homosexuales, muy en línea con la ideología ultraconservadora, machista y homófoba de su director. Maniqueamente los independentistas se presentan como simpáticos rebeldes inconformistas, cachondos mentales muy machos, enseñando el culo a los ingleses levantándose las faldas. ¿Ese detalle no les parece psicoanalíticamente interesante? Y por supuesto, el héroe independentista es un guaperas.
 
Este rasgo es importante en los tiempos de cultura icónica en los que vivimos. Si se trata de vender un juguete para adultos, como la independencia, la cara del anuncio no puede ser la de Jordi Pujol, sosias del maestro Joda de la Guerra de las Galaxias, ni la de Ibarretxe, calco del doctor Spock. Ambos resultan demasiado marcianos para vender otra cosa que no sean naves galácticas y pistolas desintegradoras en el planeta de E.T. Pero Urkullu y Mas son perfectos; aún jóvenes, adánicos y atléticos, bien afeitados, guapitos de cara, con ese aire de la "Ivy League", y decididas mandíbulas aproadas al soberanismo. Y por otro lado el hirsuto Rajoy, con ese gran puro y sus gafas paseando por Nueva York con todo el aire de Groucho llenando la bodega del avión de botellas y persiguiendo a Margaret Dumont/Angela Merkel, a la que pregunta "¿Quiere usted rescatarse conmigo? ¿Es usted rica? Conteste primero a la segunda pregunta?" mientras nos dice levantando esas gruesas cejas y mastica el puro "¿Recortes? ¿A quién va usted a creer, a mí o a sus propios ojos?".
 
Y disculpen el MacGuffin del IPhone 5. Es que esto hoy va de cine, televisión y publicidad. Ficción, en suma para evadirnos de la realidad, como los independentistas, porque desenvueltos y arrumbados los juguetes dejados por el "Olentzero" o el "caganer" siempre llegará la cuesta de enero. Y no me digan que esos dos no dejan ciertos juguetes de regalo envueltos en banderas de colores. Ya verán.
¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (2)    No(0)

+
13 comentarios