Elecciones permanentes

España vive un estado insoportable de elecciones permanentes que afecta directamente al comportamiento de los políticos que están siempre pendientes de los resultados para satisfacer sus ambiciones políticas y de poder. País Vasco, Galicia y, ahora, Cataluña componen un calendario tras Andalucía, generales y  municipales y autonómicas que condiciona demasiado las decisiones que deben tomar los dirigentes políticos, conscientes de la responsabilidad que deberían ejercer con medidas impopulares pero necesarias para afrontar realmente la crisis y que regatean por interés electoral. Un ejemplo claro lo tuvimos hace poco tiempo con Andalucía. 

El gobierno de Rajoy perdió unos meses preciosos a la hora de adoptar medidas drásticas y reformas imprescindibles. Ahora la situación se complica todavía más con la deriva independentista del catalán Artur Mas, que con este desafío sólo trata de tapar la pésima gestión de los gobiernos catalanes en los últimos diez años y la necesidad de rescate para pagar sus nóminas y bonos patrióticos. 

Sería lógico y deseable que la Conferencia de Presidentes autonómicos fuera más habitual y sirviera como marco para afrontar los problemas de todos. Y, además, articular al Senado para que de verdad fuera una Cámara de representación regional útil, iniciativa que debería formar parte de una revisión total de todo el sistema de las administraciones públicas que es lo que necesita España con urgencia. 

A los dirigentes de Cataluña y del País Vasco nunca les gustaron estas reuniones de presidentes porque les situaba a la misma altura que los demás y si algo critican es la decisión de café para todos que diluye los derechos-privilegios llamados históricos. Pero bueno, en 2012, con el temor permanente e ineludible a la reacción de los mercados, tenemos una cumbre autonómica donde parece que no se va a plantear la reforma de la financiación autonómica. Las iras nacionalistas irán encaminadas a los presupuestos del año que viene, que no gustan a nadie, y a conseguir más protagonismo frente al Estado pensando en los votos que les reportará esta acción frívola e irresponsable que no aporta soluciones a los casi seis millones de parados que sufre España, 800.000 sólo en Cataluña. 

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