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Más Gallardón

Más Gallardón

martes 09 de octubre de 2012, 08:06h
Cualquiera que haya pasado por un divorcio sabe mucho de sus costes. Es una operación ruinosa en la cual las dos partes pierden desde el punto de vista económico, debiendo reducir el tren de vida después de la separación. Pero a veces negarse al divorcio, cuando una de las dos partes se empeña, es emocional y psicológicamente devastador. Y si no queda más remedio hay que aceptar la realidad, y entonces ir a por todas. Estaríamos ante un juego de suma cero, como en el póker; la pérdida de uno es el beneficio del otro.

Hemos leído dos apreciaciones de Artur Mas y de Gallardón sobre la independencia catalana, cada vez más factible desde el momento en que ya hablamos de ella constantemente y sin rasgarnos las vestiduras. A mi juicio, parten del mismo error epistemológico interesado o no. Cuando Mas afirma que una Cataluña independiente estaría entre las primeras economías europeas, y Gallardón dice que sin Cataluña España no es viable ni en el euro ni como país, se basan en una realidad inamovible; la actual, como si desde el mismo momento en que enunciamos la posibilidad, en serio, de una secesión catalana los flujos deslocalizadores no se vieran aquejados de una incontinencia imparable.  
 
En la hipótesis de un proceso independentista los gobernantes españoles deberían dejar muy claro que sus deberes para con los ciudadanos de los territorios escindidos cesan. Su prioridad sería asegurar el bienestar de los ciudadanos del reto de España. Por tanto habría que decir muy claro que se interpondrán todos los obstáculos legales, políticos y diplomáticos para evitar el ingreso del nuevo estado en la UE y el euro. No por despecho ni animadversión, si no por un simple cálculo económico. Animar al tejido industrial y empresarial catalán a trasladarse a Valencia, por ejemplo. Y digo Valencia por razones lingüísticas, de proximidad, portuarias... Pero también Aragón, o cualquier otra comunidad española dará la bienvenida a estas empresas. Tal vez por ello el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, avisa a Cataluña, y dice que la independencia "colocaría a esta región en la ilegalidad de la Unión Europea (...) fuera de Europa por tiempo indefinido, casi eterno". Advierte también del requisito de unanimidad para las nuevas adhesiones a la Unión Europea, sugiriendo de forma velada que España vetaría la entrada de Cataluña en la UE.
 
Un alto cargo de la Generalitat catalana, en concreto de la Consejería de Empresa y Empleo, me decía hace poco, en una comida, como habían burlado el boicot del cava catalán invirtiendo en bodegas, precisamente, en tierras valencianas. Se reía, satisfecho de la ingenuidad de los consumidores españoles, porque decía que los beneficios eran, al final, para Cataluña. No todos, objeté; ni los puestos de trabajo ni la mayoría de los impuestos generados por esa actividad serán catalanes.
 
Previsiblemente Cataluña afrontará una fuga de empresas como las ya anunciadas de Lara o la baronesa Thyssen. Por otro lado la Generalitat tendrá que asumir su porcentaje de deuda y los gastos de sostener los servicios actualmente pagados por el estado español. Los productos fabricados en Cataluña sufrirán un boicot de los consumidores españoles, además de verse encarecidos con aranceles y sometidos a cuotas por su origen. El resto de España puede ser receptora de muchas inversiones, pero Cataluña puede sufrir una deslocalización industrial y empresarial acelerada, además de perder una importante cuota de mercado bancario si La Caixa y el Sabadell sufren también el boicot de los clientes del resto de España. Puede que eso no sea un juego de suma cero exacto para el resto de España, pero se puede acercar mucho.
 
Por eso no es la foto fija que Mas o Gallardón nos presentan de la realidad actual; cada vez que ellos pronuncian muy en serio la palabra "independencia" o se grita en un estadio ya están modificando los factores que deciden la localización de las inversiones. Cuando Mas dice que Cataluña puede ser un estado independiente viable desde el punto de vista económico, se olvida de definir este concepto ¿Lo es Albania con un tamaño parecido al del territorio catalán? Según UGT más de 10.000 jóvenes catalanes se han visto obligados a emigrar en los últimos tres años ¿Viable económicamente?
 
En cierta forma ese proceso ha comenzado, como se puede advertir por la anécdota del cava. Es más, el mero hecho de plantearlo seriamente ya debería desalentar nuevas inversiones en Cataluña. Nada hay más cobarde que el dinero, y la inseguridad jurídica provoca un rechazo visceral en los capitales. Hugo Chávez y Cristina Fernández de Kirchner lo deberían saber bien, y Artur Mas puede aprenderlo muy pronto, aunque se muestre dispuesto a pagar el precio con el dinero de los demás catalanes si con eso puede ser reelecto acariciando las turgencias de la mayoría absoluta. Es la perversa erótica del poder.
 
Pero España se puede encontrar con un beneficio añadido; un escenario como el descrito serviría de serio aviso a los independentistas de otras comunidades autónomas españolas, desinflando el balón secesionista para que los españoles dejemos de hablar de sentimentalismos patrioteros, cese el chantaje ventajista de los partidos nacionalistas y nos centremos en resolver problemas de verdad.


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