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El incierto porvenir del cine, la música y el teatro

El incierto porvenir del cine, la música y el teatro

jueves 18 de octubre de 2012, 07:58h
La cosa ya  estaba negra, pero,  según un informe  elaborado  por el propio sector,  la subida del IVA amenaza ahora  con el cierre de, al menos,  una de cada 5 salas de cine en España. Ese mismo informe  prevé  también 3.500 despidos y la caída de la recaudación de Hacienda y,  por eso mismo,  los afectados reclaman la revocación de esta dura subida sobre los espectáculos en nuestro país.

Con esta perspectiva, es lógico que nuestros  cineastas (intelectuales   y obreros,  es decir, productores, directores, actores y, por supuesto, exhibidores y empleados de salas)  estén absolutamente desorientados, no solo  por la que se avecina, sino por la que  ya tenemos  aquí y desde hace algún tiempo.


No se dan cuenta  o no quieren darse nuestros  artistas, y con ellos  toda la industria cultural  que les da soporte,   de que estamos en  un punto de inflexión  para  un cambio absoluto de modelo económico del negocio. Ya no valen  esos  márgenes  escandalosos  en  DVD's,  ni esos precios  abusivos  para   poder  ver una película  en una sala  cinematográfica... Las cosas están cambiando y hay que adaptarse a ellas y, además, sin remedio. Habrá que ajustar honorarios profesionales  de guionistas, actores, cámaras, técnicos de sonido, directores, etc. Al tiempo que productores, distribuidores y exhibidores  no tendrán más remedio que revisar  también sus márgenes   comerciales y abordar un  nuevo modelo o, sencillamente, morir (industrialmente hablando, por supuesto). Y que nadie se rasgue las vestiduras porque, al mismo tiempo, los espectadores, o sea  el común de los mortales, tenemos que trabajar  el 20 por ciento más para  cobrar  el 20 por ciento menos; ergo ¿por qué  no  van a tener  ellos que hacer otro tanto  y  mantener o bajar los precios de las entradas, aunque suba el IVA, o asistan cada vez  menos espectadores a las  salas?


El cine no está  apagándose, ni mucho menos. Me parece que nunca antes se había visto tanto cine como ahora. Conozco a  adolescentes  y jóvenes con una gran cultura cinematográfica, precisamente por la facilidad de acceso  a las obras  (videoclubs, internet, multisalas, bibliotecas, ciclos culturales   de asociaciones, municipios, diputaciones..., incluso por  la cada vez más  común  existencia de ofertas  de   películas en formato  DVD). Lo que sí ha cambiado  es   la única vía existente  hasta hace  prácticamente dos días para poder   ver  cine. Y  es a esto último  a lo que parecen resistirse a entender  artistas, directores  y exhibidores, haciendo caso omiso de la  bandera que proclamaba   hace ya muchos años un cinéfilo confeso, Luis Eduardo Aute, pidiendo "más cine, por favor".
  
 Música y teatro
 
Pero esta  pequeña o gran revolución cultural afecta también, y de forma directa, a otros ámbitos de la cultura. Por un lado, al teatro (actores, directores y propietarios  y empleados de salas) y, por otro,  a los artistas del pentagrama, músicos, cantantes  y todo el personal   relacionado  y necesario  cada vez que  alguno de ellos se sube a un escenario para dar un concierto. Estos últimos  siguen teniendo  la salida del directo   para capear el temporal hasta que  la industria discográfica  vuelva a encontrar su lugar en el mundo, un lugar que pasa, sin duda alguna, por revisar  fuertemente a la baja los precios,   que es tanto como decir sus beneficios si no quiere quedarse definitivamente descolgada del interés de  los jóvenes seguidores de las  nuevas y viejas estrellas del firmamento del CD y hasta del vinilo  que, por cierto, se está  redescubriendo en los últimos tiempos por parte de los más jóvenes melómanos.

El  mundo del teatro se enfrenta también ahora a un difícil dilema: aceptar como inevitable un decremento de beneficios y salarios, o  arriesgar a subir  el  IVA  repercutiéndolo en  el espectador,  con el consiguiente riesgo de  una drástica pérdida de público. Y lo peor de todo este panorama es  que, necesariamente,  todos tendremos que definirnos: artistas y público. El resultado final, aunque está aún por ver, hará mucho más real un vocablo  que ahora está en boca de todos, aunque     es el teatro quien  más tiempo  lo lleva grabado a fuego en  su quehacer: crisis.

José-Miguel Vila

Columnista y crítico teatral

Periodista desde hace más de 4 décadas, ensayista y crítico de Artes Escénicas, José-Miguel Vila ha trabajado en todas las áreas de la comunicación (prensa, agencias, radio, TV y direcciones de comunicación). Es autor de Con otra mirada (2003), Mujeres del mundo (2005), Prostitución: Vidas quebradas (2008), Dios, ahora (2010), Modas infames (2013), Ucrania frente a Putin (2015), Teatro a ciegas (2017), Cuarenta años de cultura en la España democrática 1977/2017 (2017), Del Rey abajo, cualquiera (2018), En primera fila (2020), Antología de soledades (2022), Putin contra Ucrania y Occidente (2022), Sanchismo, mentiras e ingeniería social (2022), y Territorios escénicos (2023)

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