El mundo que empieza el lunes

Los periódicos vascos y gallegos de este viernes -y varios nacionales-insertaban entrevistas, varias aunque no variadas, a los principales candidatos. Es decir, a Iñigo Urkullu y Alberto Núñez Feijóo, respectivamente. La absurda normativa electoral que, en estos tiempos de Internet, impide dar a conocer lo que sondeos de última hora dicen, me recomienda no ser más explícito, pero lo que vaya a ocurrir este domingo es perfectamente previsible. No lo es tanto lo que pueda pasar a partir del lunes.
 Claro que a Mariano Rajoy le vendrá muy bien una victoria por mayoría absoluta de Núñez Feijóo. Pero se equivocará mucho si cree que esos centenares de votos que posibilitarían al actual presidente de la Xunta seguir en el cargo son un respaldo a la política del inquilino de La Moncloa. No es así. Nunca como en Galicia una elección autonómica habrá tenido menos que ver con la política nacional: es que lo de enfrente es un mosaico de difícil homologación. 
Tengo la mejor opinión de Núñez Feijóo, pese a su excesiva seriedad y a que se sitúa casi siempre a un par de metros de distancia de su interlocutor, lo que no es precisamente una virtud política.
 Y tengo igualmente un buen concepto de Iñigo Urkullu, que ha tenido buen cuidado en no caer en la campaña en los excesos, provocaciones y ensoberbecimientos de su correligionario democristiano catalán, Artur Mas. Urkullu no ha hablado ni de independencia -Mas tampoco, por cierto; no de manera explícita, al menos-ni de soberanismo, aunque ambos conceptos hayan sobrevolado sus mítines. De Urkullu se espera más diálogo que de Mas -aunque vaya usted a saber qué ocurrirá en Cataluña a partir del 26 de noviembre-y lo mismo puede pactar con Amaiur que con el PSE y hasta con el PP vasco; ojalá sepa elegir bien a sus compañeros de gobierno.
 Las elecciones autonómicas anticipadas han sido, en estos momentos de pre-rescate, de pre-huelga general, de follón europeo, un error político considerable. No hablemos ya de lo que ha ocurrido, de lo que está ocurriendo, en Cataluña. Pero los resultados previsibles, y hablo de Galicia y de Euskadi, son alentadores, en principio. Y a salvo, ya digo, de con quién acabe pactando el PNV para formar gobierno.

Pero el lunes habrá llegado el momento de las decisiones a más alto nivel. Sigo sin entenderlos tiempos políticos, a mi juicio de espera excesiva, que se impone Mariano Rajoy. Aguardar a conocer el resultado de estas elecciones autonómicas para poner en marcha la inevitable gran operación política -si es que, al menos, tal es su pretensión-es, cuando menos, imprudente, según mi interpretación. El lunes, en todo caso, abrimos un nuevo capítulo en el ya abultado libro político de este país nuestro.  [email protected]

>> Lea el blog de Fernando Jáuregui: 'Cenáculos y mentideros' >> 
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