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Un tal Kostas y nosotros, los chicos de la prensa

Un tal Kostas y nosotros, los chicos de la prensa

viernes 02 de noviembre de 2012, 11:39h
Hay restos de sentido común, Dios sea loado.También en Grecia: un tribunal de Atenas absolvió al periodista Kostas Vaxevanis, que se había atrevido a publicar una lista con los nombres de dos mil griegos, la mayor parte personajes públicos, que tenían clandestinas cuentas bancarias en Suiza. El hecho de que fuese una lista enviada al Gobierno de Atenas por la directora del FMI, Christine Lagarde, y que el Ejecutivo heleno no haya tomado en dos años más medidas para atajar la evasión fiscal que el procesamiento del mensajero, parece haber influido en el ánimo benevolente del tribunal. Pero el sonrojante episodio debe hacernos meditar a todos, los que nos dedicamos al periodismo y los que reciben el fruto de nuestro trabajo, sobre el papel que los medios de comunicación han de jugar en una democracia, sea esta próspera o especialmente si se halla en crisis.

Claro que, para un periodista, resulta irresistible trasponer el caso Kostas' al terreno patrio, donde afortunadamente estas cosas no pasan (todavía), aunque bien cierto es que la 'lista Lagarde' contenía también nombres españoles, algunos bien sonoros por lo visto, que aquí nadie ha tenido el más mínimo interés por conocer y, menos, por divulgar. Personalmente, en este capítulo solo puedo atenerme a rumores, algunos aventados desde el 'marketing viral' de Internet, donde tanta 'vendetta' y tanta inexactitud tienen su asiento, de manera que pasaré como sobre ascuas por este capítulo concreto. Pero sí es cierto que, entre la crisis económica, la más importante aún crisis política que padecemos y la revolución tecnológica que se nos echó encima hace una década y no ha parado desde entonces, los medios españoles, y los de todo el mundo, viven una crisis sin precedentes, que está estallando precisamente ahora.

Estoy muy lejos de sentirme un defensor corporativo de una profesión que me apasiona y me absorbe desde hace cuarenta años; soy crítico y autocrítico, y me parece que no nos vendría mal una reflexión valiente, seria y creíble acerca de los males que nos aquejan. Entre los que se pueden contar las carencias de rigor técnico -tanto hablar de reforma constitucional y de federalismo y, ¿cuántos son los constitucionalistas de renombre que se han puesto a la tarea de escribir o hablar en profundidad sobre el tema?-, ciertos indicios de excesivo seguidismo político y una proliferación de medios que no se puede sustentar exclusivamente sobre la menguante tarta publicitaria. Sí, es necesaria una reflexión en voz alta, para que el público conozca nuestras limitaciones, pero, en estos tiempos del cólera y de los zarpazos, ¿quién se atreve a ponerle el cascabel al gato?

Las cosas, para bien o para mal, está cambiando de manera brutal: en apenas diez meses, Europa y, sobre todo, España, han visto cómo un vendaval de mudanzas arrasaba convicciones y costumbres a las que el paso del tiempo, y nada más, había dado solidez. Los medios de comunicación, que no son -no deben ser, pienso- sino un reflejo de lo que ocurre, se han visto muchas veces sorprendidos a contrapié por la avalancha: quizá algunos estábamos con la mente en otra parte. Y, así, por volver al ejemplo de Grecia, que nunca ha sido un modelo de rigor fiscal, por decirlo en términos suaves, es ahora y solo ahora cuando causa escándalo que algunos ricos conocidos, bastantes empresarios y banqueros que parecían el sustento del país, junto con ciertos políticos no de primera fila,  lleven años trasladando a Suiza la riqueza que debería permanecer en el país.

Nada nuevo bajo el sol, excepto que el procesado, y afortunadamente absuelto, ha sido el tal Kostas, que debe permanecer como un ejemplo en estos pagos en los que somos capaces de pedir  casi la horca para un Assange que, al fin y al cabo, nos hizo el favor de revelarnos algunos secretillos de cosas sucias que pasan por la Administración norteamericana. ¿Dónde quedó aquello del 'cuarto poder' que tan pomposamente se esgrimía hace no más de tres años, antes de que montasen en sus cabalgaduras los jinetes del Apocalipsis?


>> Lea el blog de Fernando Jáuregui: 'Cenáculos y mentideros'>>
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