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¿Y ahora, qué?¿Otra huelga general?

¿Y ahora, qué?¿Otra huelga general?

jueves 15 de noviembre de 2012, 22:29h
Dejando a un lado la ya habitual guerra de cifras entre los sindicatos y el Gobierno, que ni me creo ni me interesan lo más mínimo; obviando si la huelga general del miércoles fue un éxito o un fracaso; ignorando a los consabidos piquetes coercitivos y a los violentos de siempre y al desmedido número de agentes de las fuerzas de seguridad desplegado a lo largo y ancho del territorio español, la pregunta que todos nos hacemos el día después del 14-M es ¿y ahora, qué? ¿Otra propuesta de nueva huelga general para dentro de tres meses a fin de justificar el sueldo de Méndez y Toxo y sus colegas? No parece que el Gobierno de Rajoy se haya dado por enterado de la protesta masiva, quizás porque no tiene más remedio que hacer oídos sordos y seguir recortando, pase lo que pase y digan lo que digan. Por ello consideraba y sigo considerando que estas huelgas generales que no sirven para nada y tienen un coste social, económico y de (mala) imagen excesivo para España deberían de ser mucho más meditadas y, desde luego, bastante más consensuadas con todos los estamentos sociales. Los dos grandes sindicatos de clase, CC.OO. y UGT, no pueden y no deben ser los protagonistas exclusivos de estas convocatorias, sino que han de respaldar con su indudable fuerza organizativa las acciones que proponga la sociedad civil. Y cuando hablo de sociedad civil, excluyo naturalmente a todos los partidos políticos (incluida IU) que, según sople el viento de su conveniencia, apoyan o anatematizan las huelgas o las protestas-

Resulta curioso comprobar como la inmensa mayoría de los empresarios autónomos, sobre todo aquellos que apenas si tienen empleados a su cargo, hicieron caso omiso a la convocatoria de huelga dictada por los sindicatos y sólo cerraron las persianas de sus negocios cuando los piquetes se acercaban amenazantes, volviéndolas a abrir cuando éstos habían pasado. Teniendo en cuenta que las pymes en España soportan sobre sus espaldas la gran baza de la creación de empleo y que son muchos miles los ciudadanos que, sin horario y sin apenas ayudas oficiales, sostienen el escaso aliento económico que aún le queda a este país, a algún lider sindical convendría recordarle que, además de los transportes, de las grandes fábricas, de las empresas multinacionales y del funcionariado, el tejido productivo español se sostiene gracias al sacrificio diario de todos estos pequeños empresarios para los que la huelga general supone una merma considerable de sus ya escasos recursos y beneficios que añadir a la ya difícil situación que vienen soportando. Es cierto que estos pequeños empresarios son los que más están sufriendo la crisis, tanto por parte de las entidades financieras que se siguen negando a concederles los necesarios créditos para su subsistencia, como por parte de los distintos Gobiernos que con las subidas del IVA, los impuestos y las tasas municipales, están condenándolos al cierre de sus empresas. Sin embargo y pese a ser las mayores víctimas, no secundaron la huelga. Y hay que preguntarse el por qué. Simplemente por su carácter conservador (en lucha por conservar sus negocios) y porque han comprobado fehacientemente que los llamados sindicatos de clase nunca han movido un dedo por ellos, pese a que también ellos los mantienen con sus impuestos

En esta última convocatoria de huelga general me han llamado la atención dos iniciativas propagandísticas llevadas a cabo por sendos sindicatos. La primera fue el cartel que hizo público la UGT pidiéndole a los ciudadanos (y ciudadanas, como diría su líder, Cándido Méndez) que el 14-M no compraran, no viajasen, no cogieran el coche, no consumieran, no encendiesen la luz o apagasen la calefacción. ¿Se `puede ser más tonto? A la lumbrera que se le ocurrió el cartel deberían de haberlo corrido a gorrazos por gilipollas. La segunda fue un excelente vídeo de la CGT, que circulaba por internet, que escenificaba a una serie de personas con la cabeza cubierta por una bolsa de plástico. Verdaderamente agobiante. Cuando se la quitaban comenzaban a gritar. Venía a pedir que todos gritáramos el pasado miércoles contra los recortes y las injusticias. Muy bonito, pero absolutamente irreal en un país al que, si algo le sobra, son las continuas manifestaciones y algaradas callejeras de los numerosos colectivos afectados por la crisis. Diga lo que diga la CGT, a este país lo que le sobran son gritos y lo que le falta es trabajo.

Para acabar con este asunto de la huelga general, sólo una pregunta ¿cuánto nos han costado a todos las decenas de miles de banderas y chalecos de la UGT, CC.OO. y CGT, que teñían de rojo las manifestaciones del 14-M? Banderas que, tras la marcha podías ver tiradas en las calles, en las papeleras y en los contenedores de basura. Un pastón. Que se lo pregunten si no a una empresa malagueña que ha hecho el agosto en pleno mes de noviembre. Yo le propondría a los sindicatos que les dieran instrucciones a los suyos para que una vez acabadas las marchas de protesta, devolviesen las banderitas y así podrían ser de nuevo utilizadas dentro de tres meses cuando Méndez y Toxo, Toxo y Méndez, apoyados por el caradura de Rubalcaba, vuelvan a convocar una nueva huelga general. Ya verán como es antes de que acabe el mes de febrero.
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