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El escritor José María Merino ambienta su nueva novela en Guadalajara

El río del Edén, naturaleza y evocación del amor en el Alto Tajo

El río del Edén, naturaleza y evocación del amor en el Alto Tajo

lunes 19 de noviembre de 2012, 20:50h

Alfaguara acaba de publicar El río del Edén, de José María Merino. Una peculiar historia que tiene su pasado y su presente en los inigualables parajes de El Alto Tajo (Guadalajara).

Entre la belleza agreste de este Parque Natural castellano-manchego sitúa el escritor (miembro de la generación de la Transición que se dio a conocer con su Novela de Andrés Choz) su discurso narrativo. 

El protagonista, Daniel, acude allí tras perder a su esposa, Tere. Si bien, según vamos comprobando, no es ésta la primera vez que la pierde, pero sí la definitiva. Su finalidad es esparcir las cenizas por estas tierras que tanto amó y en las que tanto se amó el matrimonio en su juventud y en los que ella quería descansar para siempre, precisamente a orillas de la laguna y el río al que rebautizaron con el nombre que da título a la novela.

Está acompañado por su hijo adolescente, Silvio, que padece síndrome de Down y que no comprende muy bien el ritual en el que participa pero que porta la urna de su madre con verdadera adoración y habla con ella como si todavía existiese. Juntos se internan en un recorrido natural que se convierte también en sentimental y que obliga a Daniel a volver la vista a tiempos pasados, y a revivir para el lector los momentos buenos, vividos en estos parajes, pero también otros en los que, según termina por reconocer, sacó lo peor de sí mismo.

Uno de los aspectos más chocantes a la hora de empezar a leer esta novela es que está escrita en segunda persona, una voz narrativa muy poco utilizada en literatura, aunque con muy buenos resultados, en la que el protagonista-narrador se dirige a sí mismo desde el inicio de este recorrido en el que el entorno natural, (un 'locus amoenus' en su estado más esplendoroso) se convierte en metáfora de una vida.  La pérdida de la madre/esposa no ha sido repentina. En realidad es consecuencia de un grave accidente de tráfico que tuvo dos años atrás. En el tiempo transcurrido entre éste y el momento de la narración Daniel ha aprendido a amar y comprender a su hijo, convertido ahora en compañero de este peculiar viaje.

En la novela se entremezclan las conversaciones con Silvio con los recuerdos del pasado, los monólogos en los que el hijo se dirige a la madre con el amor y sentimiento de arrepentimiento del padre, en una historia intimista y conmovedora que destaca por el discurso bien trabado de su autor.

El autor

 José María Merino (La Coruña, 1941) pasó su infancia en León y su adolescencia y juventud en Madrid, donde estudió Derecho y trabajó después para el Ministerio de Educación. A finales de los 80 dirigió el Centro de las Letras Españolas del Ministerio de Cultura y desde mediados de los noventa se dedica exclusivamente a la literatura, su gran pasión.

Se dio a conocer como poeta para, como muchos otros de su generación (Gabriel y Galán, Vázquez Montalbán, Álvaro Pombo, Sánchez-Ostiz o Raúl Ruiz), dar el salto a la narrativa. De hecho, su primer poemario vería la luz en 1972 (Sitio de Tarifa) y cuatro años después publicaría Novela de Andrés Choz, considerada la primera metanovela publicada en la Transición. En ella se observan ya las bases narrativas del autor y su teoría sobre los mundos imaginarios y la metaliteratura. 

Forma parte de una generación de escritores surgida durante este periodo histórico que marcarán las pautas para una nueva novela. Otra de sus más importantes obras es El caldero de oro (primera de la trilogía Novelas del mito)una de las mejores obras que en este periodo histórico, mezcla realidad y fantasía, pero adscrita también a la novela erótica. Éstas son solo algunas de sus más reconocidas novelas. Es también prolífico autor de cuentos y relatos como Cuentos del barrio del Refugio, Días imaginarios y El heredero y de obras infantiles y juveniles y ensayo.

En su carrera literaria ha recibido numerosos premios entre los que destaca el Premio Nacional de la crítica concedido en 1986 por su novela La orilla oscura.

 

 

 

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