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Ratas de ciudad

Ratas de ciudad

lunes 14 de enero de 2013, 22:40h
Inmortalizadas  en lienzos, poemas  y canciones,  muchos científicos dicen que  las palomas -en contra de esa secular visión idílica-,  son las modernas  ratas de ciudad. Su  candor  aparente  lleva tras de sí un sinfín de  infecciones  que, no sé muy bien por qué, los alcaldes  de nuestras  grandes y no tan grandes ciudades no se atreven a erradicar.  Probablemente sea por no enfrentarse a una nueva y feroz campaña a la que, sin duda, se verían sometidos  por  esos grupúsculos de  neopijoecologistas (perdón por el palabro)  que  estarían dispuestos a abandonar  su lucha por  conseguir desviar un nuevo  trazado  del AVE  para  no dañar  la madriguera de un  zorro o la masiva destrucción de una colonia de hormigas,  y que se quedan más fríos que un pez cuando se trata de  oponerse a una campaña proabortista.  Sí, hablo de las  dichosas  y  evocadoras palomas  que llenan de excrementos las aceras  y, como ha sido el caso de una  trabajadora  turística de Barcelona, le han llegado a provocar  una  enfermedad    incurable por la que, incluso,  ha propiciado que un juez condene a la Seguridad Social  (INSS) a  concederle una pensión de invalidez  absoluta. La sentencia fue dictada  antes del verano 2012 por un  juez   de lo Social en Barcelona,  en contra del criterio del INSS, que  defendía la postura  de  que la patología  estaba derivada de una enfermedad común y no de enfermedad profesional.
 
Para que todos sepamos de qué hablamos, permítanme que, brevemente, les ponga al tanto de la noticia: El Juzgado de lo Social número 2 de Barcelona reconoció la condición de "invalidez absoluta" a una trabajadora de 46 años del sector del  Turismo de la Ciudad Condal con problemas respiratorios graves como consecuencia de la exposición continuada a los excrementos de palomas y loros en el centro de la ciudad.

El fallo  estimaba la demanda de la informadora turística que desarrollaba su tarea profesional en la plaza  Cataluña y La Rambla y que sufre una alveolitis alérgica severa que podría evolucionar en una fibrosis pulmonar. La mujer, que no tenía antecedentes de problemas respiratorios, realizaba sus tareas en la oficina de turismo situada en el subterráneo de plaza Cataluña, en la esquina de las calles Fontanella y Portal de l'Àngel.

El juez otorgó  toda la credibilidad a las pruebas e informes médicos que vinculan el cuadro clínico de la mujer con la inhalación involuntaria de las heces de los pájaros que ocupan los espacios urbanos donde trabajaba la afectada habitualmente. Los informes médicos apuntaban que los excrementos actuaron como agentes alergénicos de primer orden afectando de forma importante y permanente a la salud de la mujer, que ahora no puede trabajar por no poderse someter a los más mínimos esfuerzos.
 
Colombofobia
No tengo una especial  animadversión a estos  sucios pájaros  urbanos  que se han adueñado  principalmente del centro de nuestras ciudades y a los que muchos ciudadanos de gran corazón (no  tengo ninguna duda  de ello) alimentan  generosamente  con trozos de pan, congregando a su alrededor  decenas y decenas de palomas, sin  suponer siquiera que están colaborando a propagar  numerosos agentes alergénicos con  posibles nefastas consecuencias para la salud de  muchos otros ciudadanos.
 
Hace algunos años  coincidí con una compañera de trabajo madrileña  que, además y paradójicamente, llevaba el nombre de la patrona de Madrid. Cruzábamos  tranquilamente  la Plaza de Cibeles, cuando delante del entonces edificio central de Correos (hoy  principal sede oficial del Ayuntamiento)   nos vimos en medio de  un centenar de palomas  que, de pronto, y sin  que pudiéramos preverlo,   se echaron a volar.  Mi compañera quedó petrificada y se agarró con tal fuerza a mi brazo   que yo mismo quedé también  quieto como una estatua  hasta que el aleteo y el aire    provocado  por los pájaros cesaron  a nuestro alrededor. Cuando se pudo tranquilizar me dijo que padecía  colombofobia...

Supongo que  esa fobia es una variante concreta de otra  más general hacia los pájaros, la  ornitofobia, una animadversión  involuntaria y  muy fuerte a  todo ser plumífero que  se mueva por ahí. Hay mucha gente  que, curiosamente, la padece y  es verdaderamente terrible porque  andan por  la calle cambiándose de acera en cuanto divisan la más   leve,  ingenua y amable de las aves.

Si hay  alguna forma de ayudar psicológicamente a estas personas, hay que hacerlo cuanto antes pero, de paso, no estaría demás que  se erradicasen del paisaje urbano estas sucias y  desagradables palomas porque, entre otras cosas, hoy constituyen una fuente de propagación de  enfermedades.
 

José-Miguel Vila

Columnista y crítico teatral

Periodista desde hace más de 4 décadas, ensayista y crítico de Artes Escénicas, José-Miguel Vila ha trabajado en todas las áreas de la comunicación (prensa, agencias, radio, TV y direcciones de comunicación). Es autor de Con otra mirada (2003), Mujeres del mundo (2005), Prostitución: Vidas quebradas (2008), Dios, ahora (2010), Modas infames (2013), Ucrania frente a Putin (2015), Teatro a ciegas (2017), Cuarenta años de cultura en la España democrática 1977/2017 (2017), Del Rey abajo, cualquiera (2018), En primera fila (2020), Antología de soledades (2022), Putin contra Ucrania y Occidente (2022), Sanchismo, mentiras e ingeniería social (2022), y Territorios escénicos (2023)

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