www.diariocritico.com
Honestidad o harakiri político

Honestidad o harakiri político

sábado 19 de enero de 2013, 09:33h
No va a hacer falta que los ciudadanos salgamos a la calle a protestar o que optemos por votar en blanco o abstenernos, ellos mismos están haciendo lo posible para cargarse el sistema antes de que el propio perverso y depauperado sistema los acabe devorando. La llamada clase política necesita un lavado de cara, una catarsis que le devuelva el prestigio que han ido dilapidando en los últimos treinta años. Casos de corrupción política como el de Bárcenas, el de los Pujol, el Gürtell, el de los EREs, Pallerols, Campeón, Filesa, Juan Guerra, Ollero, Casinos, Malaya, ITV, Palau y un largo etcétera siembran el desconcierto en unos electores que se sienten sumidos en un sistema tercermundista de corrupción institucionalizada. Mientras la crisis y el paro acaban con una clase media y trabajadora que vivía esperanzada en disfrutar del mejor de los sistemas posibles en el mejor de los mundos, la clase dirigente acaba enfangada en unas maniobras mafiosas en las que el robo de las arcas públicas (bien en beneficio propio bien en el del partido al que representan) es el pan nuestro de cada día.

Hay que reconocer que no todo es fango y mierda. En realidad, la corrupción en la clase política no es mayor que la que hay en la sociedad en la que vivimos donde cada individuo intenta como puede defraudar al fisco pagando y cobrando en dinero negro. Si somos objetivos deberemos reconocer que es más el ruido que las nueces, que todos los casos de corrupción juntos, y son muchos, no alcanzan ni al uno por ciento de nuestros políticos, pero es que, en las actuales circunstancias, con cinco millones de españoles en el paro, con los ciudadanos apretándose el cinturón hasta el último de los agujeros, con mayores impuestos y menos poder adquisitivo, la sociedad no se puede permitir ni un caso más de corrupción si no se quiere que ésto acabe como el rosario de la aurora, es decir, con el repudio generalizado del sistema democrático y la vuelta a la involución. Dicen que el pueblo que no asume su historia, acaba repitiéndola y hay muchos ejemplos aún no demasiado lejanos que nos avisan de que la deriva en la que estamos cayendo en España podría provocar un indeseable y peligroso salto atrás en nuestras libertades.

Dejando a un lado los cientos de casos en los que individuos concretos se aprovechan de su posición política para enriquecerse, los chorizos que han proliferado como setas en otoño en los últimos años de democracia, lo que más me preocupa son aquellos asuntos en los que están implicados no sólo los listillos de turno, sino las direcciones de unos partidos que han utilizado cualquier medio, casi siempre ilegal, para financiar a sus formaciones políticas. Buena parte de los grandes escándalos de corrupción de las últimas décadas han tenido como protagonistas a los gerentes, tesoreros o secretarios de organización de los diferentes partidos, encargados de las finanzas de los mismos. Sería necesario, por lo tanto, además de depurar las necesarias responsabilidades, buscar alguna fórmula legal que impidiese este tipo de financiaciones irregulares. Y para ello se han de poner de acuerdo, al menos, las dos principales fuerzas políticas de nuestro país, PP y PSOE. Y si no lo hacen es porque ambas tienen mucho que esconder y más que perder.

De todas formas no hay que ser demasiado pesimista. Desde la muerte de Franco, con la llegada de la democracias los españoles hemos gozado o sufrido de políticos buenos, regulares, malos y mediopensionistas, que de todo hay en la viña del Señor. La corrupción es a veces inevitable y siempre la ha habido, tanto en la dictadura como en la democracia. Lo que hay que hacer es intentar poner los medios para evitarla. Utilizar unos controles, que ya los hay pero que funcionan con lustros de demora, que eviten casos continuados de escándalos como el que hemos venido sufriendo en Andalucía con el fraude de los EREs falsos que se ha prolongado durante más de una década. Si los propios políticos no le ponen pronto remedio a la corrupción, les aseguro que se estarán haciendo el harakiri porque la sociedad que les mantiene con sus impuestos no puede soportar por más tiempo que Alí Babá y los cuarenta mil ladrones sigan campando a sus anchas por la piel de toro, esquilmando todo lo que se encuentran a su paso. El que avisa no es traidor.

Lea Andalucía Crítica>>
¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (2)    No(0)

+
0 comentarios