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Tú en Davos, yo con Piñera, el otro 'missing'...

Tú en Davos, yo con Piñera, el otro 'missing'...

sábado 26 de enero de 2013, 12:32h
Mientras Mariano Rajoy, en Santiago de Chile, acompañado de un sonriente y algo perplejo Sebastián Piñera, trataba de echar balones fuera ante el hostigamiento de los periodistas que le interrogaban sobre el 'caso Bárcenas', el ministro de Economía, Marco Polo Guindos, procuraba lanzar desde Davos unos granitos de optimismo al amargo café sin azúcar de una economía española que reconoce ya seis millones de parados: la cosa empezará a recuperarse ya en este 2013, dijo, ante un foro en el que se evidenciaba una cauta euforia ante la marchade las finanzas mundiales. Era la única buena noticia de una semana que ha contemplado una declaración de semi-soberanía en Cataluña, casos de corrupción sin parangón en los principales partidos y hasta un recrudecimiento del 'affaire Urdangarín', quien ha sido borrado de la web de la Casa del Rey. ¿Hay quien dé más?
 
Debo admitir que, ante este panorama tan nefasto -porque, al final, ¿podemos confiar en este nuevo plazo de Guindos para el fin de la recesión?--, me sorprenden muchos silencios, el de Rajoy en América en primer lugar, por mucho que haya departido con los periodistas que le acompañan, y el del secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, en segundo término. Uno y otro han pasado como de puntillas por la 'declaración' promovida por Artur Mas en un nuevo, aunque ahora algo más controlado, desafío al Estado; un desafío que está cuarteando a los socialistas catalanes, promoviendo una inestabilidad sin precedentes en Cataluña y, de paso, horadando al Estado. Sinceramente, no sé a qué esperan los dos máximos representantes de la política nacional para hacer algún tipo de declaración conjunta, para buscar algún tipo de solución en la que ambos se vean involucrados, para atajar el 'cáncer Mas'.
 
Lo malo es que, en este punto, la discrepancia entre ambos es profunda. Rubalcaba cree que una reforma constitucional, que él no concreta, podría calmar las aguas en la Generalitat catalana. Y otras voces, como la de, presidente del Banco Sabadell, o la del presidente de la patronal Fomento, piden reformas -pactar el tratamiento fiscal--, y abominan de la ruptura que Más y sus gentes más aguerridas quieren. Por el contrario, en el PP parecen partidarios, al menos en lo que a Rajoy toca, de no mover un dedo y de esperar a que Artur Mas se vaya cociendo en su propia salsa. Pienso que, para entonces, es posible que ya no haya salsa para casi nadie, pero prerrogativa es de un jefe de Gobierno marcar su propio 'timing'. Yo, desde luego, estoy en esto más cerca del 'desaparecido' Rubalcaba que del inmóvil Rajoy.
 
Respetando, como respeto, a ambos, creo que hay que reprocharles, no obstante, que sigamos en el mismo punto, en lo que se refiere a la enorme crisis política que vivimos, que hace un año, o más. Que el 'caso Bárcenas' nos vaya deparando cada día nuevas sorpresas no favorece, precisamente, el buen cartel de la clase política. Como no lo favorecen, claro, las trampas del ya ex director general de la socialista Fundacíón Ideas, Carlos Mulas, un personaje que pretendió reirse de todos los contribuyentes, comenzando por sus propios compañeros de partido, y a quien Rubalcaba ya está tardando en condenar públicamente como merece, al tiempo que se demora en pedir una revisión del tratamiento oficial a ciertas fundaciones y a ciertas onegés.  
 
Así que por estos derroteros anda la cosa político-económica. No pienso que toda la llamada clase política esté inmersa en la corrupción, naturalmente. De la misma manera, respeto a nuestros máximos representantes, de quienes creo que me pueden constar su honradez, su sentido común y su patriotismo. Pero vivimos tiempos huracanados, en los que se hacen precisas reformas que, al parecer, el poder no se plantea, acuerdos dicen que imposibles entre aquellos a los que pagamos para que hagan unas y otros (reformas y acuerdos), explicaciones y decisiones que nunca llegan. Que nadie se extrañe si se constata que la decepción es profunda y los recelos, crecientes. Yo diría que, en esta semana que hoy concluye, la salud del enfermo nacional ha empeorado.


>> El blog de Fernando Jáuregui: 'Cenáculos y mentideros'>>
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