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Los ladrones somos gente honrada

Los ladrones somos gente honrada

viernes 08 de febrero de 2013, 12:15h
Perdóneme Jardiel Poncela por comparar a los honestos delincuentes de su obra con la ralea a la que hemos confiado nuestros destinos. Esa comparación sólo es válida porque nuestros ladrones institucionalizados parecen creer en su honradez. Y lo creen, con una personalísima percepción de la realidad.

No puedo, desde luego, juzgar la autenticidad o no de los famosos papeles o si la letra de Bárcenas es de las Esclavas o más propia de órdenes mendicantes, pero sí estar atento a las explicaciones de algunos de los altos cargos de partidos o empresas para esbozar una antropología de los corruptos. Sin buscar y extirpar la raíz del problema rebrotará una y otra vez, con independencia del partido gobernante o de las instituciones infectadas.

"Eran regalos" es una de las justificaciones más comunes cuando se admite haber recibido algo. Todas las culturas del mundo saben que el regalo vincula a su receptor con el dador, y el primero queda obligado con el segundo. La costumbre del regalo profesional debería ser erradicada de nuestros hábitos. Desde las cestas de Navidad, a los pequeños obsequios propiciatorios de los comerciales, incluyendo, por supuesto, las dádivas de los laboratorios a la clase médica. Las bodas modernas nos muestran la facilidad con la cual los regalos se transforman en billetes dentro de sobres opacos. Senadores y diputados aceptan juguetes electrónicos en el Parlamento como otro regalo más merecido por la gracia de su cargo. Los demás españoles pagamos de nuestro bolsillo esos artefactos; los suyos y los nuestros. De ahí al "toma unos euros en un sobre y te lo compras tú mismo" solo media un paso.

"Yo no estoy robando". Hay quien cree que el delito de cuello blanco no es tal. Encajaría en el concepto de "contabilidad creativa". En Santander estos días se juzga a la acusada de estafa Paloma G. T. Ex gerente de Mercasantander comenzó a apostar en casinos "online" porque se aburría en el trabajo. Una cosa llevó a la otra, y empezó a meter mano a la caja de la empresa para cubrir ese gasto. Más de un millón y pico de euros estafados en una empresa pública. Pero lo más revelador es la declaración de la acusada, afirmando no "tener conciencia" de estar robando. Y parece sincera. Estaba invirtiendo, como Fabra en la lotería o Bárcenas en la bolsa, pero con peor suerte.

"Lo hacen todos, señorita" explicación muy de patio de colegio, al nivel de "ellos empezaron primero"  del inevitable "y tú ERES más". Es el caso del ex diputado y ex senador del PP por Pontevedra, Carlos Mantilla quien aseguró en una tertulia de la radio autonómica gallega: "es una hipocresía pensar que los partidos no tienen una financiación ilegal". Le ha faltado añadir eso de "pero si no te pillan...".

"Yo valgo mucho, y ganaría más en la privada". No insistiré en el argumento del lucro cesante, salvo para recordar al insustituible e imprescindible Calixto Ayesa, ex consejero de Salud del Gobierno de Navarra, actual miembro de la ejecutiva del Partido Popular de Navarra (PPN). Calixto ha admitido ser "el perceptor" de las cantidades que figuran en la contabilidad de Luis Bárcenas, y ha admitido que la aceptación del cargo de consejero de Salud le exigía cerrar la consulta profesional como dermatólogo: "lo que significaba un grave quebranto para mi economía familiar". Pero Navarra no podía pasar sin él ni él llegar a fin de mes con el sueldo de consejero, el coche oficial y los gastos de representación pagados. Lo entendemos.

En esa misma liga juega Juan Rosell: "Pero ¿a qué viene tanto escándalo por cuatro perras gordas?". Calderilla, minucias, unos chavicos... Son las palabras del presidente de la patronal, que no es del mismo Bilbao. Ha restado importancia a los apuntes de los donativos de empresarios en las cuentas manuscritas de Luis Bárcenas, diciendo: "lo que ha salido son cantidades ridículas" ¿22 millones de euros en una cuenta suiza? También le parecen a Rosell ridículas e increíbles  las cifras de 6 millones de parados, pero es que el presidente de la CEOE sólo piensa a lo grande, y envidar la chica le parece propio de mal jugador de mus.

Como conclusión, viendo que para llevar un barco de recreo hace falta un título de patrón, y para conducir aprobar también un duro examen teórico y práctico, no se entiende que antes de tomar posesión de un cargo electo no se obligue a nuestros políticos a un curso donde se les explique que no se aceptan regalos. Ni un bolígrafo. Que los coches oficiales son sólo para actos oficiales. Que robar es robar, ya sea un carrito de supermercado, el papel higiénico o los folios del Congreso y el Senado; fungibles para usarlos allí, no para llevarlos a casa. Porque no hay cantidades ridículas. Que si a los partidos no les llega con la financiación legal se aprieten el cinturón, como los consejeros autonómicos cuando no les llega con su sueldo. Y si hay que pedir un adelanto se pide, y luego se devuelve, pues el perdón de las cajas de ahorros a las deudas de los partidos chirría demasiado cuando se compara con los inmisericordes desahucios por impago de hipotecas. A la puerta de mi caja mendiga un ajado yonqui, catedrático de Ética al lado de nuestros políticos, cuyo mantra es "caballero; es mejor pedir que robar". Pues eso. Gente honrada.
 
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