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Chindasvinto contra Sancho. ¿Pero de cuándo acá la historia pesa?

Chindasvinto contra Sancho. ¿Pero de cuándo acá la historia pesa?

lunes 11 de febrero de 2013, 16:30h
Los españoles dimos el gobierno al Partido Popular bajo unas premisas. Es un contrato verbal. Su cumplimiento no será exequible ante los tribunales, pero eso no invalida su valor de compromiso, de pacto entre caballeros, el más valioso de los vínculos porque obliga con la palabra.

Volvamos a los principios básicos. Somos una sociedad, personas que de alguna manera han decidido estar juntas. Trabajamos para ganarnos la vida y, esto es esencial, para mejorar la vida común: avenidas grandes, medicina, la mejor educación posible, protección a los más débiles, autovías sin peajes. Progreso. Y estamos dispuestos a pagar por ello en la medida de nuestras capacidades.

Puesto que somos muchos y manejar los bienes comunes es una tarea sancta, delegamos la gestión en aquellos que se presentan voluntarios. Su misión es gestionar lo común para engrandecerlo y proveer la mejor maquinaria administrativa posible para facilitarlo.

Tenemos una historia parlamentaria, decimos no sin empacho, que se remonta a Alfonso IX de León cuya convocatoria de las Cortes de Castilla en 1188 es la primera de la que tenemos constancia escrita. Algunos de entre nosotros (vascos, navarros, catalanes) basan sus peculiaridades en el Forum Iudiciorum de Recesvinto (654 dc) y Chindasvinto (653), vallisoletanos que ya es guasa, y  al fin, transcurriendo como suele la historia, llegamos a este sistema que nos está ahogando en el que los ciudadanos elegimos la composición del parlamento pero no al presidente del gobierno.

También mantenemos un atavismo de cuando se llamaba partidos a los seguidores de un determinado postulante a valido del rey. En estos partidos era obligada la unidad de acción, todos a una. Que en el siglo XXI los españoles mantengamos la disciplina de partido es, cuando menos, anacrónico y ademocrático.

La democracia es la menos mala de las formas de gobierno hemos oído mil veces. Y siendo cierto, no implica que las distintas formas de aplicarla sean igualmente democráticas. A mí me parece más democrática una república presidencialista al estilo de las Constituciones americanas de fines del XVIII que una cuyo jefe de estado se decidió cuando un señor enfermizo y psicótico, Carlos II el Hechizado, cedió la corona de los Austrias a los Borbones de Anjou.

Son cosas de nuestra historia. Lo que vengo en decir es que hemos llegado hasta aquí a través de esa historia. Yo no creo que sea gracias a esa historia ni tampoco creo que sea a pesar de esa historia que estamos aquí y ahora. No somos responsables de la historia: tomemos lo que nos sirva, sustituyamos lo inútil.

La historia la define la posteridad, no las personas de cada tiempo que, simplemente, viven. Si mayoritariamente creemos que tenemos que adaptarnos y adoptar medidas que mejoren nuestro sistema, habrá que hacerlo, sin más.

Si pedimos listas abiertas, debe haber listas abiertas. Si necesitamos elegir al presidente, deberá ser posible. Da igual lo que dijeran Chindasvinto o Alfonso nono.

Si exigimos un Poder Judicial moderno, rápido, eficaz e independiente, tendremos que tenerlo.

Si creemos que hay cosas en el sistema alemán que son buenas -por ejemplo, su sistema de financiación de los landers-, deberíamos adoptarlas. Si Suecia consiguió revertir la pirámide de edad en los 90 y hoy es el país de Europa que más nacimientos por mil habitantes tiene, deberíamos ver qué estamos haciendo mal.

Tenemos que liberar la carga de la tradición histórica, no somos responsables de la historia. Hagamos las cosas bien y por acuerdo de mayoría. Tengamos un parlamento elegido directamente, uno a uno, por los ciudadanos. Ideemos un senado que represente los territorios y que tenga realmente una función lógica dentro del sistema. Y mil cosas que otras sociedades están haciendo mejor que nosotros.

Esta legislatura tiene una responsabilidad enorme porque estamos ante un punto de inflexión, la crisis no es solo económica. El mundo es muy complicado y los españoles no estamos preparados. Demos por amortizado lo obsoleto y busquemos lo mejor allá donde esté. No somos los guardianes de la historia. Nadie vive haciendo historia, simplemente decidimos en función de lo que nos parece mejor en cada momento.

@manuelpascua
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