El cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio se ha convertido este
miércoles en el Papa número 266 de la historia, con el nombre de
Francisco I. En Argentina, su papel como presidente de la Conferencia
Episcopal y líder de los católicos argentinos está caracterizado por las
malas relaciones con el presidente Néstor Kirchner y su mujer y
sucesora Cristina Fernández, quienes mantuvieron duros enfrentamientos
con el cardenal Bergoglio.
Como miembro de la Conferencia Episcopal Argentina -que llegó a
presidir durante dos períodos-, ha atacado a los gobiernos de los
Kirchner por sus políticas y diferentes posturas respecto a los
católicos. La última polémica fue en 2012, con la aprobación del
matrimonio homosexual en el país sudamericano.
Durante el mandato de
Néstor Kirchner, entre 2003 y 2007, el
presidente argentino mantuvo enfrentamientos dialécticos con Bergoglio, a
quien Néstor llegó a considerar como de la oposición. Los medios de
comunicación argentinos hablan de una relación "conflictiva" que se
rebajó durante la Presidencia de Cristina, aunque los enfrentamientos
nunca llegaron a desaparecer.
Después de que Néstor Kirchner ganara las elecciones en 2003,
Bergoglio criticó "el exhibicionismo y los anuncios estridentes" del
nuevo mandatario. El entonces presidente se negó a acudir a varias de
las ceremonias encabezadas por Bergoglio y desde la Conferencia
Episcopal se aseguró que no había relaciones entre la Iglesia y el
Ejecutivo argentino.
Las malas relaciones y los enfrentamientos verbales llevaron a
Néstor a criticar abiertamente a la Iglesia. "Nuestro Dios es de todos,
pero cuidado que el diablo también llega a todos, a los que usamos
pantalones y a los que usan sotanas", apostilló Kirchner.
Con la llegada de
Cristina Fernández al poder, las relaciones
mejoraron, gracias a los contactos que la presidenta mantuvo con la
Iglesia para preparar el viaje de 2009 al Vaticano. Pero las buenas
relaciones comenzaron a romperse después de que Bergoglio acusase al
Gobierno de Fernández de alimentar la "crispación social" y denunció que
"desde hace años el país no se hace cargo de la gente".
Sin embargo, con el anuncio en 2010 de que el Gobierno aprobaría
una ley para legalizar el matrimonio homosexual, las relaciones
empeoraron aún más. Bergoglio envió una misiva a toda la Iglesia
argentina en la que pedía que en las ceremonias religiosas se mencionara
"el bien inalterable del matrimonio y la familia".
Cristina Fernández desechó la idea de que fuera un asunto
religioso. "Me preocupa el tono que ha adquirido el discurso, se plantea
como una cuestión de moral religiosa y atentatoria del orden natural,
cuando en realidad lo que se está haciendo es mirar una realidad que ya
está", indicó la mandataria durante el trámite parlamentario.
Después de que se aprobase el matrimonio homosexual, Cristina
Fernández frenó en el parlamento la legalización del aborto, lo que se
interpretó dentro de la Iglesia como un gesto de buena voluntad hacia
los fieles católicos.
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