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Unos tanto y otros tan poco

Unos tanto y otros tan poco

viernes 15 de marzo de 2013, 10:00h

Hace unos días un amigo me envió una fotografia tomada en Marruecos en la que se puede contemplar un cartel que dice en castellano y en árabe: "Junta de Andalucía. Ordenación urbana de Assilah (una ciudad de 28.000 habitantes situada en la costa atlántica marroquí a unos 46 kilómetros al sur de Tánger y conocida también por el nombre español de Arcila). Programa de cooperación internacional. Presupuesto 762.000 euros. Consejería de Presidencia. Agencia Andaluza de Cooperación Internacional" Vamos que la Junta no se corta un pelo a la hora de anunciar que le ha dado 762.000 euros a Marruecos para que arregle las calles de Assilah. Y no es el único cartel de este jaez que se puede contemplar en el reino alauita. Con poco que te muevas por el vecino país puedes encontrar otras "ayudas" de Andalucía para carreteras, regadíos o restauraciones de algún monumento. Mientras tanto, la misma Junta de Andalucía tiene abandonada desde hace más de un año por falta de fondos la canalización del arroyo Argamasilla, en la localidad sevillana de Écija, que se desbordó hace unos días y puso en peligro la vida y los bienes de cientos de ecijanos. Comprendo el cabreo de los afectados con sus gobernates. No es para menos.

No es demagogia barata, es la pura realidad. Que conste que uno no está en contra de las ayudas al tercer mundo siempre que estas ayudas se hagan cuando estén solucionados los problemas básicos más cercanos. Es decir, que se le puede dar dinero, si sobrara, a Marruecos, a Venezuela, a Nicaragua o a Palestina para que arreglen sus barrios y sus carreteras, cuando las de aquí estén saneadas en Las Tres Mil Viviendas, en La Chana o en los cientos de barriadas cuasi tercermundistas que hay en muchos rincones de Andalucía. No se le puede recortar dinero público a Cáritas, cuya labor proselitista y de apoyo a las clases más desfavorecidas en España es ejemplar, para dárselo a los cooperativistas saharauis o a las juventudes bolivarianas, por muchos derechos que éstas tengan a las ayudas internacionales. En estos momentos en los que la deuda de la Administración andaluza supera los quince mil millones, que se recortan gastos sanitarios, educativos y de ayudas sociales, que se paralizan carreteras y obras públicas por falta de dinero y que se tiene que recurrir al Fondo de Liquidez Autonómica (FLA) para poder pagar las nóminas de los funcionarios no resulta muy edificante que se dedique millones de euros de nuestros impuestos a salvarle el culo a monarca marroquí, Mohamed VI,por otra parte un dechado de demócrata, o a algunos dictadorzuelos latinoamericanos por muchos filias internacionalistas que tengan con ellos los del ala izquierda del bipartito andaluz, es decir, los camaradas de la hoz y el martillo de Diego Valderas.

La cosa no es baladí. Es lo que le ocurre a casi todos los gobiernos, sean del partido que sean. Que utilizan varias varas de medir según sople el viento. Todos sabemos de dónde se pueden recortar miles de millones de euros para cuadrar nuestras cuentas sin que se vea perjudicada ni la sanidad ni la educación públicas. Bastaría con eliminar miles de puestos que cobran del erario público y cuya función está más que demostrada que no sirve absolutamente para nada. Empezando por el Senado y siguiendo por las Diputaciones, muchos ayuntamientos y por cientos de organismos duplicados y repetidos (Defensores autonómicos del Pueblos, Consejos Asesores y Consultivos, Organismos y Empresas Públicas) cuya desaparición pasaría desapercibida por la mayoría de los ciudadanos. Si a ello sumamos un recorte drástico del escesivo número de políticos que nos representan en el Congreso de los Diputados, en los Parlamentos autonómicos y en los Gobiernos central y regionales, el ahorro nos supondría una cuantía de tal envergadura que hasta la canciller Merkel nos haría la ola.

Pero, claro, ellos se lo guisan y ellos se lo comen. Hay un movimiento en internet pidiendo que los diputados coticen a la Seguridad Social como cualquier otro ciudadano y que se acaben las prbendas de las que gozan actualmente, que son muchas. Yo lo he apoyado y ojalá y prospere para que se cumpla el mandato constitucional de que todos somos iguales ante la ley. Si les digo la verdad, no me acabo de creer que se consiga. Sobre todo porque son ellos, los políticos, los que tienen que aprobarlo y tendrían que cambiar mucho las cosas para que se hicieran el harakiri. En España, por extraño que parezca, eso sólo ocurrió con las últimas Cortes franquistas al apoyar la reforma preconstitucional. Si lo hicieron ellos, que eran los maos y los facistas, ¿no lo podrían hacer ahora los diputados progresistas, conservadores, socialistas, comunistas, populares, nacionalistas y hasta proetarras que pueblan el Congreso de los Diputados? Ya se lo anticipo. Seguro que no. Pase lo que pase y se recojan las firmas que se recojan. Anda que están las cosas como para dejar el escaño y ponerse en la cola del paro. ¡Tequieiya!

Pero, claro, ellos se lo guisan y ellos se lo comen. Hay un movimiento en internet pidiendo que los diputados coticen a la Seguridad Social como cualquier otro ciudadano y que se acaben las prbendas de las que gozan actualmente, que son muchas. Yo lo he apoyado y ojalá y prospere para que se cumpla el mandato constitucional de que todos somos iguales ante la ley. Si les digo la verdad, no me acabo de creer que se consiga. Sobre todo porque son ellos, los políticos, los que tienen que aprobarlo y tendrían que cambiar mucho las cosas para que se hicieran el harakiri. En España, por extraño que parezca, eso sólo ocurrió con las últimas Cortes franquistas al apoyar la reforma preconstitucional. Si lo hicieron ellos, que eran los maos y los facistas, ¿no lo podrían hacer ahora los diputados progresistas, conservadores, socialistas, comunistas, populares, nacionalistas y hasta proetarras que pueblan el Congreso de los Diputados? Ya se lo anticipo. Seguro que no. Pase lo que pase y se recojan las firmas que se recojan. Anda que están las cosas como para dejar el escaño y ponerse en la cola del paro. ¡Tequieiya!

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