Hace unos días un amigo me envió una fotografia tomada en Marruecos en
la que se puede contemplar un cartel que dice en castellano y en árabe:
"Junta de Andalucía. Ordenación urbana de Assilah (una ciudad de 28.000
habitantes situada en la costa atlántica marroquí a unos 46 kilómetros
al sur de Tánger y conocida también por el nombre español de Arcila).
Programa de cooperación internacional. Presupuesto 762.000 euros.
Consejería de Presidencia. Agencia Andaluza de Cooperación
Internacional" Vamos que la Junta no se corta un pelo a la hora de
anunciar que le ha dado 762.000 euros a Marruecos para que arregle las
calles de Assilah. Y no es el único cartel de este jaez que se puede
contemplar en el reino alauita. Con poco que te muevas por el vecino
país puedes encontrar otras "ayudas" de Andalucía para carreteras,
regadíos o restauraciones de algún monumento. Mientras tanto, la misma
Junta de Andalucía tiene abandonada desde hace más de un año por falta
de fondos la canalización del arroyo Argamasilla, en la localidad
sevillana de Écija, que se desbordó hace unos días y puso en peligro la
vida y los bienes de cientos de ecijanos. Comprendo el cabreo de los
afectados con sus gobernates. No es para menos.
No es demagogia
barata, es la pura realidad. Que conste que uno no está en contra de las
ayudas al tercer mundo siempre que estas ayudas se hagan cuando estén
solucionados los problemas básicos más cercanos. Es decir, que se le
puede dar dinero, si sobrara, a Marruecos, a Venezuela, a Nicaragua o a
Palestina para que arreglen sus barrios y sus carreteras, cuando las de
aquí estén saneadas en Las Tres Mil Viviendas, en La Chana o en los
cientos de barriadas cuasi tercermundistas que hay en muchos rincones de
Andalucía. No se le puede recortar dinero público a Cáritas, cuya labor
proselitista y de apoyo a las clases más desfavorecidas en España es
ejemplar, para dárselo a los cooperativistas saharauis o a las
juventudes bolivarianas, por muchos derechos que éstas tengan a las
ayudas internacionales. En estos momentos en los que la deuda de la
Administración andaluza supera los quince mil millones, que se recortan
gastos sanitarios, educativos y de ayudas sociales, que se paralizan
carreteras y obras públicas por falta de dinero y que se tiene que
recurrir al Fondo de Liquidez Autonómica (FLA) para poder pagar las
nóminas de los funcionarios no resulta muy edificante que se dedique
millones de euros de nuestros impuestos a salvarle el culo a monarca
marroquí, Mohamed VI,por otra parte un dechado de demócrata, o a algunos
dictadorzuelos latinoamericanos por muchos filias internacionalistas
que tengan con ellos los del ala izquierda del bipartito andaluz, es
decir, los camaradas de la hoz y el martillo de Diego Valderas.
La
cosa no es baladí. Es lo que le ocurre a casi todos los gobiernos, sean
del partido que sean. Que utilizan varias varas de medir según sople el
viento. Todos sabemos de dónde se pueden recortar miles de millones de
euros para cuadrar nuestras cuentas sin que se vea perjudicada ni la
sanidad ni la educación públicas. Bastaría con eliminar miles de puestos
que cobran del erario público y cuya función está más que demostrada
que no sirve absolutamente para nada. Empezando por el Senado y
siguiendo por las Diputaciones, muchos ayuntamientos y por cientos de
organismos duplicados y repetidos (Defensores autonómicos del Pueblos,
Consejos Asesores y Consultivos, Organismos y Empresas Públicas) cuya
desaparición pasaría desapercibida por la mayoría de los ciudadanos. Si a
ello sumamos un recorte drástico del escesivo número de políticos que
nos representan en el Congreso de los Diputados, en los Parlamentos
autonómicos y en los Gobiernos central y regionales, el ahorro nos
supondría una cuantía de tal envergadura que hasta la canciller Merkel
nos haría la ola.
Pero, claro, ellos se lo guisan y ellos se lo
comen. Hay un movimiento en internet pidiendo que los diputados coticen a
la Seguridad Social como cualquier otro ciudadano y que se acaben las
prbendas de las que gozan actualmente, que son muchas. Yo lo he apoyado y
ojalá y prospere para que se cumpla el mandato constitucional de que
todos somos iguales ante la ley. Si les digo la verdad, no me acabo de
creer que se consiga. Sobre todo porque son ellos, los políticos, los
que tienen que aprobarlo y tendrían que cambiar mucho las cosas para que
se hicieran el harakiri. En España, por extraño que parezca, eso sólo
ocurrió con las últimas Cortes franquistas al apoyar la reforma
preconstitucional. Si lo hicieron ellos, que eran los maos y los
facistas, ¿no lo podrían hacer ahora los diputados progresistas,
conservadores, socialistas, comunistas, populares, nacionalistas y hasta
proetarras que pueblan el Congreso de los Diputados? Ya se lo anticipo.
Seguro que no. Pase lo que pase y se recojan las firmas que se recojan.
Anda que están las cosas como para dejar el escaño y ponerse en la cola
del paro. ¡Tequieiya!
Pero, claro, ellos se lo guisan y ellos se lo
comen. Hay un movimiento en internet pidiendo que los diputados coticen a
la Seguridad Social como cualquier otro ciudadano y que se acaben las
prbendas de las que gozan actualmente, que son muchas. Yo lo he apoyado y
ojalá y prospere para que se cumpla el mandato constitucional de que
todos somos iguales ante la ley. Si les digo la verdad, no me acabo de
creer que se consiga. Sobre todo porque son ellos, los políticos, los
que tienen que aprobarlo y tendrían que cambiar mucho las cosas para que
se hicieran el harakiri. En España, por extraño que parezca, eso sólo
ocurrió con las últimas Cortes franquistas al apoyar la reforma
preconstitucional. Si lo hicieron ellos, que eran los maos y los
facistas, ¿no lo podrían hacer ahora los diputados progresistas,
conservadores, socialistas, comunistas, populares, nacionalistas y hasta
proetarras que pueblan el Congreso de los Diputados? Ya se lo anticipo.
Seguro que no. Pase lo que pase y se recojan las firmas que se recojan.
Anda que están las cosas como para dejar el escaño y ponerse en la cola
del paro. ¡Tequieiya!
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