Vacaciones con congoja

La Semana Santa es una de las épocas del año donde los españoles gustan más de disfrutar de unos días de merecidas vacaciones con una variedad de oferta que discurre por ir a esquiar a la nieve, buscar alguna playa cercana o lo más concurrido y socorrido que son las procesiones del pueblo. El ambiente no es el más propicio porque no ganamos para sustos. Durante las últimas semanas, la dichosa prima de riesgo se había comportado con cierta prudencia bajista, la bolsa ganaba enteros y la esperanza de ver algo de luz al final del túnel se abría paso entre la desconfianza e incertidumbre que nos ha lastrado desde hace cinco años de crisis profunda. 

De repente, un pequeño país como Chipre provoca una crisis en la Unión Europea que ha decidido que los bancos asuman su responsabilidad y que cada palo aguante su vela y pague sus deudas. El problema estriba en que sean siempre los ciudadanos los que tengan que pagar los desmanes de algunos banqueros o que algunos políticos quieran ahora dar a entender que lo del paraíso fiscal para los rusos en Chipre se ha acabado. Hay elecciones en el mes de septiembre en Alemania y nadie quiere plantear a los electores germanos que tienen que poner un montón de millones para rescatar a un país como Chipre donde mucho impresentable ha obtenido enormes beneficios con la especulación y el blanqueo de dinero contribuyendo a  crear un castillo de naipes que no se ha podido sostener por más tiempo. 

Es cierto que este resfriado comunitario-chipriota hubiera ocasionado una debacle en España hace unos meses. Ahora se encaja el golpe y se continúa adelante. El problema es que todo el barullo creado en torno al dinero en los bancos y la dudosa garantía para los ahorradores de disponer sin problemas de sus depósitos ha creado una cierta alarma  a nivel europeo. 

España necesita confianza, cierta seguridad en sí misma. Que los españoles se vayan de vacaciones a la nieve, a la playa, al pueblo y que disfruten y gasten con moderación, pero que gasten para que la economía se vaya recuperando. Sin embargo, se mantiene la congoja por la chapuza chipriota por no hablar de la corrupción.