Ah, pero ¿no ha pasado nada esta Semana Santa?

Yo creo que sí, que han pasado muchas cosas esta Semana Santa, y no me refiero solamente, claro está, a lo que está ocurriendo en un mundo en el que el Estado-gamberro por excelencia, Corea del Norte, se permite el lujo -va a ser el penúltimo-de declarar la guerra 'nuclear' a su vecino del sur. A un mundo que ve tambalearse -tambalearse, sí-a una Europa sin ideas, o con demasiadas ideas equivocadas. A un mundo fascinado por la llegada de un Papa nuevo, que sin (demasiadas) estridencias está revolucionando el Vaticano. No: cuando digo que han pasado muchas cosas en estos días vacacionales, sin titulares excesivamente agresivos, me refiero al aquí y ahora, a esta España que regresa a la normalidad laboral -es un decir-tras el corto paréntesis en el que muchos creen que no ha habido acontecimientos, tal vez porque ha habido muy pocas declaraciones de políticos. Pero subterráneamente corren los torrentes a enorme velocidad.

¿No ha ocurrido nada porque no se han confirmado algunos rumores, aventados con quién sabe qué finalidad, referentes a la tan traída y llevada abdicación -o llámele usted retirada interina-del Rey ya en estos mismos días? Todos intuimos que en torno a la cuestión se gestan planes y movimientos orquestales en la oscuridad, pero, al final, dar un paso en cualquier sentido es algo que solamente al propio Monarca compete. Aunque no estaría de más saber qué tiene que decir el llamado estamento político acerca de asunto que tanto nos afecta a tantos.

O también ¿acaso nada ha pasado porque no se oficializó el encuentro del presidente Rajoy con el president de la Generalitat, Artur Mas? Y, sin embargo, como algunos anunciamos que ocurriría, la entrevista ha tenido lugar y parece que va a dar buenos frutos de entendimiento entre la autonomía y el Gobierno central. Y, paralelamente, claro está, frutos centrados en un alejamiento de Mas respecto de su, a mi modo de ver, indeseable alianza con Esquerra Republicana de Catalunya.

 Incluso, ¿cree usted que todo sigue igual tras el último comunicado de ETA, en el que se demuestra la impotencia de la banda, abocada crecientemente a su fin oficial? Lo cierto es que la nueva dirección etarra está ya, parece, localizada y hasta controlada, según cuentan quienes, inmediatamente a continuación, callan, dicen que por prudencia.

Claro, no faltan, en el Gobierno y aledaños, quienes piensen que todas estas son cuestiones que no conviene airear, acaso en función de los intereses supremos del Estado. Y entonces, algunos, irresponsablemente, mezclan, desde los altavoces del poder, las protestas sociales, incluso algunas indeseablemente violentas protestas sociales, con presuntas pero no reales alianzas con el terrorismo, en un esfuerzo más por distraer la atención de la gente de la calle de los verdaderos núcleos del problema. Pero atención a estos 'jueguecitos políticos', como alguien los definió creo que acertadamente: ¿sabe usted cuántos escaños podría, según un documentado estudio político que ha caído en mis manos, tener un hipotético partido encabezado por Ada Colau (la de los desahucios y el escrache, ya sabe usted)? Pues hasta catorce, gracias a un electorado harto de la actuación de las formaciones tradicionales.

Conviene, pues, meditar en lo peligroso de salirse por la tangente con maniobras de distracción, en lo suicida que resulta extremar la falta de transparencia porque a la buena marcha del Estado esta transparencia, dicen, no le conviene. Y reflexionar, de paso, en los riesgos de considerar, o procurar, que los períodos vacacionales como esta semana santa sean eso, un tiempo en el que nada pasa, un respiro para seguir procurando que nada pase. O que solamente pase en el extranjero. Porque resulta que aquí, bajos los puentes del disimulo, los torrentes, ya digo, siguen corriendo. Y cómo corren, los malditos.

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