martes 09 de abril de 2013, 13:52h
Margaret Thatcher, la dama de hierro, la mujer polémica, la líder política que cambió los esquemas de Gran Bretaña, la controvertida ultraliberal, querida y admirada por unos y criticada, incluso odiada, por otros ha muerto y con ella muere parte de la historia del siglo XX. Es imposible analizar la figura de esta mujer sólo desde la perspectiva ideológica porque, como ocurre con los grandes personajes, es necesario poner en el fiel de la balanza sus luces y también sus sombras para asomarse, aunque sea sólo en parte, a su biografía.
Margaret Thatcher , hija de tendero, química de profesión y política por vocación de servicios público, pasará a los libros de Historia como una revolucionaria en el sentido literal de la palabra. Su ascensión hasta liderazgo Tory supuso una auténtica revolución porque rompió la hegemonía de los líderes elitistas y acomodados que habían llegado hasta entonces a la cúpula del partido. Fue una revolucionaria a fuer de ser coherente con sus convicciones como la defensa ultranza del esfuerzo individual y el mérito como única carta de recomendación profesional. Fue revolucionaria en muchas cosas hasta en aquellas que no pretendía serlo como la causa feminista. Solo con su curriculum y con llegar hasta donde llegó, hizo más por la igualdad de la mujer que muchas de las feministas del momento y de su generación. De hecho estos días se han publicado algunas de sus reflexiones al respecto y daba en el clavo."En política si quieres que algo se diga pídeselo un hombre. Si quieres que algo se haga pídeselo a una mujer" dijo poniendo en valor la mayor capacidad resolutiva de las mujeres ante determinados retos. Fue una dama, una mujer sí , pero no quiso o no pudo utilizar el guante de seda para cubrir su mano de hierro.
De hecho, a la hora de ejercer el mando actuó con todos los tópicos que se le suponen a un hombre. Se regodeaba , sin pudor, de que sus ministros podían decir lo que quisieran pero, al final , se hacía lo que a ella le venía en gana, mancando clarísima mente su territorio y dejando claro que era solo ella quien tenía el poder y por lo tanto la fuerza. Le sucedió como a otras muchas mujeres que llegan a la cima y al tener que ejercer el poder en un mundo de hombres , en vez de intentar cambiar los esquemas utilizan los mismos que ya existen para enfrentarse a ellos con las mismas armas, hasta terminar haciéndolos suyos .Aunque estos días han sido mayoritarias las loas hacia la Dama de Hierro , también se han visto su país celebraciones espontáneas con Champán en Glasgow o en Brixton y han surgido voces críticas que la han definido como "la premier más destructiva de todos los tiempos" o "la enemiga número uno de la clase trabajadora" como la ha definido el ex minero y sindicalista David Hopper que libró un pulso personal con ella en la huelga de los mineros en 1984 y lo perdió. "Fue una persona testaruda llena de negatividad, que nunca quiso escuchar. Odiaba a los mineros, odiaba las artes, odiaba los ingleses pobres, odiaba a Greenpeace. No raro que su propio ministros le dieran la patada" ha dicho estos días el líder de The Smiths, Morrisey.
Por contra Tony Blair, se ha referido a ella como " una líder de impacto global " y sin duda lo fue y por eso no deja indiferente a nadie. Los líderes de verdad- más allá de que estemos no de acuerdo con la ideología a las que representan- son aquellos que tienen la capacidad de influir de manera decisiva en otros, incluso cambian el rumbo de los acontecimientos y en este caso la Dama de Hierro cambió el rumbo de su país y puso las bases de la política tal como la concebimos ahora. Adiós a una mujer valíente, controvertida, de firmes convicciones y de una voluntad de Hierro que hizo honor al sobrenombre por el que todos la conocemos. Fue conservadora en sus valores, ultraliberal en sus ideas y actitudes y profundamente euro escéptica. Desgraciadamente el tiempo le ha dado la razón en algunas de las cuestiones que le llevaron a un antieuropeismo militante y sus peores augurios se han cumplido en la vieja Europa.