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Si yo fuese Rubalcaba...

Si yo fuese Rubalcaba...

viernes 10 de mayo de 2013, 20:03h
Yo no he visto en mi vida un dislate más grande que el que se está produciendo en el PSOE. Tan sólo año y medio después de que Alfredo Pérez Rubalcaba fuese elegido en Sevilla secretario general, eso sí con una mayoría no demasiado alta, todos pasan de él como si no existiera. El catalán Pedro Navarro dice que va por libre en el asunto de la independencia; el gallego Patxi  Vázquez promueve unas primarias en su comunidad en contra de la opinión de la Ejecutiva Federal; el otro Patxi, el vasco López, pretende sucederle en la secretaría general que todavía ocupa Rubalcaba y el andaluz Pepe Griñán, para más inri, presidente de la Ejecutiva que nombró el propio Rubalcaba, le hace la cama desde Sevilla un día sí y otro también a su jefe de filas. Lo dicho, un guirigai en el que el que no corre vuela y donde las puñaladas traperas se dan cada vez que el compañero abrazado se da la espalda. Con este plan no es nada extraño que el líder de la oposición se haya convertido en el muñeco de feria de la política española, en el pim, pam, pum al que hasta el mismísimo Mariano Rajoy, que ya es decir, es capaz de darle un revolcón en el Congreso. Y así, claro, no se puede proponer ni pacto ni leches porque nadie te cree.Yo no sé si el PP está o no unido en torno a su presidente, quizás no tanto como parece, lo que sí compruebo cada día es que el PSOE es en estos momentos una especie de corral en el que sobran bastantes gallos y algunas gallinas y que por más que Elena Valenciano o Soraya Rodríguez traten de obviar los problemas internos, siempre hay algún espabilado que suele meter la pata o la lengua dejando a Rubalcaba en evidencia.

No quiero ser reiterativo, pero desde hace meses vengo insistiendo en que Pepe Griñán está jugando con varias barajas en la crisis que sufre el primer partido de la oposición. No hay semana en la que, bien a través de alguna medida adoptada por su Consejo de Gobierno, bien por propuestas realizadas en el Pleno del Parlamento, Griñán no adopte el disfraz del líder del PSOE. El presidente de la Junta de Andalucía no pierde tiempo en ponerse la careta de Alfredo como si estuviéramos en carnaval y, pasando un taco de su ámbito regional, proponer alguna acción de carácter nacional como el decreto sobre vivienda como si Rubalcaba no existiese. La última, ya lo han visto, ha sido pedirle por carta una cita a Mariano Rajoy para buscar acuerdos sobre la crisis y el paro galopante que sufre la comunidad andaluza. Como ha visto que Rubalcaba ha hecho el ridículo en el Pleno del Congreso que debatió las nuevas medidas contra la crisis y que no consiguió ese "pacto de Estado" que tanto habían vendido sus portavoces, se ha puesto al frente del pelotón y aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid y el Guadalquivir por Sevilla, trata de apuntarse otro tanto más que le sirva para escalar posiciones dentro del partido. Yo que Mariano Rajoy aceptaría la reunión pedida por Pepe Griñán para ver como caía el asunto en Ferraz y lo recibiría en la Moncloa con un abrazo. Aunque sólo fuera para dar por saco.

Así las cosas, si yo fuese Rubalcaba (que evidentemente no lo soy) habría agarrado a Griñán por la corbata a rayas y le habría dicho que dejase de una vez de tocarle los cataplines con ese desmedido interés de ser el califa en lugar del califa, que decía el visir Iznoguz. Si yo fuese Rubalcaba habría hecho un aparte en la sede noble de Ferraz y le habría dicho a su presidente que se ciñera a gobernar Andalucía donde, pese a esas medidas demagógicas que aprueba la Junta con el apoyo de IULV-CA y que vende como humo en el resto de España, la paralización de la economía es un hecho irrefutable y donde el número de parados, más de millón y medio, y los escándalos de corrupción, vulgo EREs fraudulentos, son el pan nuestro de cada día. Si yo fuese Rubalcaba ya le habría encargado a Gaspar Zarrías que moviera sus hilos en Andalucía para desactivar el excesivo protagonismo de Griñán. Si yo fuese Rubalcaba me cuidaría muy mucho de ese señor de pelo blanco y aires de autosuficiencia que se le sienta a la izquierda y que pretende quitarle la silla el día menos pensado. Pero, claro, yo no soy Rubalcaba y, además, me importa un pito lo que le ocurra al PSOE. Así que cada palo aguante su vela.  
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