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Sobre emprendedores y otras revoluciones que vienen

Sobre emprendedores y otras revoluciones que vienen

viernes 24 de mayo de 2013, 14:10h
La lenta revolución que viene, suma de revoluciones parciales, no llegará, me parece, ni de la mano del Gobierno, ni de la de la oposición, ni de las instituciones. Ni siquiera llegará de la mano de los 'indignados', que se diluyen en distintas plataformas de variable utilidad. A todos los citados hay que darles su parte de responsabilidad en lo que nos llegue y también en lo que deje de llegarnos. Pero creo que esa lenta revolución que viene, y que en cualquier momento acelerará sus ritmos, viene de la mano de eso tan magmático, aquí y ahora tan desorganizado, a lo que llamamos sociedad civil. 

Tenemos que estar atentos a los síntomas: lo que dicen las encuestas sobre el 'aprecio' ciudadano es uno de estos signos de que, por ejemplo, nuestra clase política no puede seguir actuando como hasta ahora. Es una muestra de que los partidos de ninguna manera han de continuar con su actual funcionamiento, que ya estamos viendo hasta qué punto fue nefasto en tiempos no tan remotos...e incluso en los actuales Ya circulan manifiestos impulsados por colectivos independientes, y encabezados por gentes más o menos notables, que piden una regeneración total del sistema de partidos, obligándolos a adoptar cautelas para evitar que se repitan sobresueldos, financiaciones a base de irregularidades, asesorías millonarias como la de Blesa, etc. Un primer manifiesto en este sentido, y del que no dudo que se hablará bastante, se presentará, por ejemplo, en Madrid la semana próxima; no será, sin duda, la única aportación a un debate cada día más urgente -véase, si no, la irrupción de Aznar en la escena política...del propio PP, la formación que él refundó y de la que ya parece estar harto--. 

Al PSOE hay que reconocerle un primer paso en este sentido regenerador, claramente insuficiente aún, pero primer paso, digno de ser tomado en consideración, al fin. Proponen los socialistas más implicados en esta regeneración, que parecen estar no menos hartos de cómo funciona su partido que Aznar de cómo lo hace el suyo, establecer la obligatoriedad de las primarias, un nuevo concepto de los congresos partidarios y mayor participación de las 'bases' y de los ciudadanos en los procesos de decisión de las formaciones políticas. Entre otras cosas, claro, que ahora resultaría prolijo enumerar. 

De la misma manera, hay que admitir que el Gobierno avanza tímidamente en la ruta de los cambios -pero no, como tantas veces se ha dicho, en la 'del Cambio'--, por ejemplo en materia laboral. En ese sentido, no podemos dejar de saludar la llegada -aunque aún con cautelas, a pasos cortos y con excesivas demoras-del proyecto de ley del emprendedor. Pocas revoluciones tan importantes pueden operarse en las mismas entrañas de la sociedad española como la de transformar las mentalidades excesivamente funcionariales en ansias emprendedoras. Las ayudas aún son insuficientes, pero hay que reconocer que la palabra 'emprendedor' se ha convertido en un nuevo santo y seña para la transformación de una sociedad en marcha hacia quién sabe dónde y en proceso de cambios a favor de vaya usted a saber qué. Ordenar, encauzar y facilitar esas ansias emprendedoras, hoy demasiado dispersas, es una tarea prioritaria que aguarda al Ejecutivo; este viernes, en el Consejo de Ministros, se dio, afortunadamente, un primer paso, al fin.

Pero tendrá, una vez más, que ser la sociedad civil la que consolide la transformación. No están los gobiernos para hacer florecer las revoluciones, sino para ayudar, o al menos no estorbar, a este florecimiento. Es obvio que la sociedad española está cambiando, para bien y para mal. No diré yo que con manifiestos, manifestaciones de protesta o incluso alentando emprendimientos -que no es lo mismo que empresas-vamos a transformar España en un sentido inequívocamente positivo: pero sí que con todo ello estamos enviando mensajes muy claros a quienes, por lo visto, están convencidos de que todo lo están haciendo bien y que no hay que moverse ni un milímetro del camino trazado. Mensajes que les dicen que así, estancados en la política del parcheo y del 'a ver si aguantamos una temporada más', no podemos seguir. La/s revolución/es va/n, así, avanzando, como no podría ser de otra manera, sin rumbo, sin que nadie las controle, exigiendo transformaciones que, desde el poder establecido ni se quieren ni se saben, por lo visto, propiciar. 

fjauregui@diariocritico

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