miércoles 17 de julio de 2013, 16:38h
El Partido Popular, con su presidente a la
cabeza, siente un olímpico desprecio por los partidos de la oposición,
lo que equivale a un desprecio absoluto por la ciudadanía. Sólo así se
explica su altivez al negarse a comparecer en el Congreso para dar una
explicación sobre el mayor escándalo de corrupción de los últimos años.
Sólo así se entiende el menosprecio y el desdén que muestran ante la
amenaza de una moción de censura.
La mayoría absoluta les da carta blanca para permanecer en el
poder, que es lo único que les importa. Por otro lado, de confirmarse la
presentación de la moción, Rajoy podría incluso no asistir al pleno.
¿Así son las cosas? Rubalcaba lo sabe; sabe que con dicha moción no va a
mover a Rajoy de la Moncloa, pero es un buen momento para reivindicar
su liderazgo con un acto de gallardía. No le quedan muchas salidas a la
oposición, tan tocada también por la financiación irregular. Cada
partido en su laberinto.
Si la justicia da por buenas las palabras y los documentos
presentados por Bárcenas ante el juez Ruz, una serie de personajes, al
margen de Rajoy, van a quedar inhabilitados moralmente para actuar en
política a partir de ahora. Lo de "moralmente" tiene su explicación en
el hecho de que penalmente los delitos podrían estar prescritos, último
clavo ardiendo al que se agarra la dirección de Génova 13.
Entre otros, Federico Trillo, ilustre embajador en Londres y
artífice de la estrategia jurídica para salvar al partido del escándalo
Gürtel. Todas las argucias encaminadas a lograr la anulación de la causa
por defectos de la instrucción fue ron obra suya. Ahora se ha sabido
porqué. Además de cobrar sobresueldos, de exigir que le compensarán su
paso de la presidencia del Congreso al ministerio de Defensa (¡manda
huevos!), pago presuntamente con dinero negro del PP a los abogados que
defendieron a los militares acusados de la catástrofe del Yak 42. La
pregunta es muy sencilla ¿Por qué un partido político paga la defensa a
unos militares implicados en la muerte de sesenta y dos compañeros sino
es para que guarden silencio?
¿Esa es la imagen de la "marca España" que se vende desde la
embajada de nuestro país en Londres? Curiosamente, al ministro Margallo,
tan preocupado por la cuestión, no le escandaliza.
Todavía queda la esperanza de que a Rajoy le dé un súbito ataque
de dignidad y decida comparecer ante la soberanía popular para explicar
qué ha estado haciendo su partido los últimos años. Sabido es que la
moción de censura no tumbará al Gobierno pero, a tenor de lo declarado
por Bárcenas en su primera cita como "arrepentido", la nube de
podredumbre que va a acompañar a Rajoy y los suyos hasta las próximas
elecciones puede convertir en un calvario el día a día de los populares
hasta hacerles deseable incluso la travesía del desierto en la
oposición.
Mientras, los españoles contemplaremos impávidos el deterioro de
la democracia y toleraremos la vergonzosa comparación con los vecinos
europeos donde los ministros dimiten por copiar una tesis doctoral.