martes 23 de julio de 2013, 16:53h
Dice el refrán que más vale tarde que nunca,
lo cierto es que al Presidente Rajoy le ha costado lo suyo decidir
acudir al Parlamento a dar explicaciones sobre el caso Bárcenas.
Desde luego resultaba insólito que el presidente se negara a
acudir al Parlamento, tanto que hasta los periódicos extranjeros se
habían hecho eco de esta negativa criticando, como no podía ser menos,
la actitud de Mariano Rajoy.
En realidad el presidente con su renuencia a acudir al Parlamento
lo único que ha provocado es que aumente la desconfianza de los
ciudadanos hacia él y hacia su partido. La ecuación es muy simple: quién
no se explica es que tiene algo que ocultar.
Ahora, Rajoy va a comparecer ante sus señorías teóricamente a
petición propia pero la verdad es que lo va a hacer debido a las
presiones que viene recibiendo, incluida la amenaza de moción de censura
por parte del PSOE.
En éstos momentos la credibilidad del presidente está bajo mínimos
y el desafecto hacia el PP crece día a día ante el desasosiego de
muchos de sus militantes que se han visto sorprendidos, tanto como el
resto de la opinión pública, por las declaraciones de Luis Bárcenas.
Es de esperar que cuando Mariano Rajoy acuda al Parlamento sea para
dar toda la información, para decir toda la verdad, para reconocer los
errores que haya podido cometer su partido y él mismo, y cometerá un
error, si por el contrario, se dedica a echar balones fuera, a moverse
en el terreno de las medias verdades pero dejando otra parte en el
tintero.
Volviendo al refranero más vale ponerse colorado una vez que
amarillo cientos de veces, y Mariano Rajoy se convertirá en deudo
de cada palabra, cada afirmación o negación que haga en sede
parlamentaria.
La verdad es que resulta un tanto bochornoso que durante semanas
el Presidente se negara a explicarse ante el Parlamento porque esa
negativa, entre otras cosas, ha contribuido a añadir más desprestigio a
la clase política.
Ya digo que más vale tarde que nunca, pero el presidente nos
debería de haber ahorrado el espectáculo de resistirse a ir al
Parlamento y que la prensa internacional haya destacado esta negativa
por insólita.
En democracia la obligación de los gobernantes es explicarse todos los días, les entra en el sueldo.