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Las bases de la estabilidad

Las bases de la estabilidad

Por Gabriel Elorriaga F.
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elorriagafernandezhotmailcom/18/18/26
martes 23 de julio de 2013, 18:00h
La estabilidad institucional es un factor positivo en épocas de crisis y podredumbre. En España, la mayoría absoluta lograda por el Partido Popular ofrece, hoy en día, dos años previsibles y preciosos que políticamente no deben desperdiciarse. Solo a la extravagancia destructiva de las minorías ávidas de protagonismo se les puede ocurrir hablar de elecciones anticipadas en tiempos de tribulación. Probables descensos electorales en los grandes partidos clave de la alternancia política podrían provocar alianzas inestables con estas minorías heterogéneas, sin beneficio para nadie, salvo para el ego de políticos de tercera división.

Pero la estabilidad institucional no puede confundirse con el instinto de supervivencia personal. España no es un sistema presidencialista sino una monarquía parlamentaria y los españoles no han asumido ningún caudillismo imprescindible sino una estructura que permite mantener la estabilidad aunque se desgasten los gobernantes o cambien las circunstancias de idoneidad para el liderazgo de unas u otras personas. El depósito de legitimidad democrática en un sistema parlamentario lo tienen las mayorías parlamentarias y no unas personas concretas. En Madrid, por ejemplo, el presidente de la Comunidad y la alcaldesa tienen la misma legitimidad que sus predecesores porque se la otorgaron los cuerpos colegiados competentes, emanados del voto popular a unas listas de partido, no a candidaturas individuales. El deterioro personal de Rajoy y Rubalcaba, por diferentes motivos, no debe arrastrar a los grandes partidos en los que se basa la estabilidad alternativa hacia un horizonte de italianización de la política española.

La estabilidad lograda por el Partido Popular no es fruto de una opción individual sino de una base parlamentaria capaz de resolver cualquier contingencia. Que los grupos parlamentarios estén o no estén a la altura de las circunstancias es responsabilidad institucional que deben asumir de acuerdo con su conciencia y su sensibilidad para captar el criterio de los electores que, de ahora en adelante, manifestarán su confianza o su decepción, sin esperar a la fecha de las próximas elecciones generales, a través de convocatorias intermedias municipales, autonómicas y europeas.

Ni las bases del Partido Popular tienen vocación de inmovilismo, ni sus cuadros se limitan a una única configuración de gobierno, ni el presidente Rajoy tiene el estilo populista de aquellos líderes irreflexivos de "después de mi el diluvio". Estamos entre personas reflexivas dentro de una amplísima familia política. Aquí nadie debiera expresarse en términos de no ceder a un supuesto chantaje o identificarse con el Estado. Un gobierno es un círculo moldeable por razones de conveniencia, de imagen o de eficacia. Cuando se dispone de una mayoría absoluta y de un partido que aún no ha sufrido fragmentación interna explícita, no hay problemas de estabilidad sino de credibilidad y de comunicación con el propio electorado. La capacidad de autoregeneración es la que mantiene vivo a un cuerpo político. La estabilidad es producto de un proceso flexible y abierto y no de un enrocamiento en recintos defensivos o un empecinamiento de litigante pueblerino.

Que sea más creíble un gobernante en activo que un imputado encarcelado es obvio, pero la dilación hasta hoy de un relato sincero y convincente de quien promovió a Bárcenas a nivel de intimidad tesoreril ha calado con impacto demoledor en la opinión pública.  Una perspectiva de estabilidad a medio plazo es benéfica para España pero, para que dicha estabilidad sea operativa, es necesario liberarse de esa confrontación obsesiva en torno a un asunto pringoso. La estabilidad exige correcciones, clarificaciones y relevos para recuperar una confianza social defraudada. Su base no está en el inmovilismo del representante sino en la fidelidad de los representados. Hay que retener a los votantes favorables a una opción política que podrían abandonar en parte y no comprometer la estabilidad con la dudosa esperanza que lejanas sentencias judiciales o espectaculares cambios de ciclo económico vengan, por si mismos, a recuperar la credibilidad perdida. La preeminencia personal no es una propiedad registrable documentalmente sino una circunstancia evaluable por la opinión pública. Sería deseable que tal evaluación mejorase tras la tardía comparecencia a contrapelo de Rajoy en el Congreso pero, en todo caso, teniendo en cuenta que la base de la estabilidad no reside en la permanencia de unos dirigentes sino en la fidelidad de los electores hacia una orientación política.

Gabriel Elorriaga F.

Ex diputado y ex senador

Gabriel Elorriaga F. fue diputado y senador español por el Partido Popular. Fue director del gabinete de Manuel Fraga cuando éste era ministro de Información y Turismo. También participó en la fundación del partido Reforma Democrática. También ha escrito varios libros, tales como 'Así habló Don Quijote', 'Sed de Dios', 'Diktapenuria', 'La vocación política', 'Fraga y el eje de la transición' o 'Canalejas o el liberalismo social'.

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