domingo 28 de julio de 2013, 11:03h
Hay
quienes sí aparecen literalmente desnudos en las redes sociales, como la ex
concejala Olvido Hormigos, aunque
ella haya sabido sacarle el jugo al vídeo erótico colgado por un presunto
novio.
Sin
necesidad de ponerse en cueros, pero sí con explícitos mensajes sexuales a
jovencitas, hemos visto estos días al reincidente político norteamericano Anthony Weiner, quien en su hipócrita
cinismo ha hecho aparecer en público a su esposa para que diga lo mucho que le
quiere.
Y es
muchos usuarios de las redes sociales se retratan descarnadamente en ellas,
quedando en evidencia sus ideas, prejuicios y rencores. Es lo que le ha pasado
al segundo de la Marca España, Juan Carlos Gafo, con su famoso twitter
sobre los "catalanes de mierda", el cual, lógicamente, le ha costado el cargo.
La
imprudencia y frivolidad con la que muchos personajes famosos manejan estas herramientas
cibernéticas testimonia su ignorancia y su incultura, no sólo en el caso de los
políticos, por supuesto, sino de cantantes, deportistas o actores, como los
norteamericanos Ashton Kutcher o Woody Harrelson.
Cuando,
además, se tiene la doble condición de político y de actor, como nuestro Toni Cantó, la gente debería andarse
con más cuidado, si cabe, para no manejar estadísticas falsas, hacer
comentarios impropios o matar a
celebridades que ya murieron hace cinco años. Claro que peor que el del diputado
de UPyD es el caso del ex secretario de la OTAN, Javier Solana, quien dio por muerto a Ariel Sharon cuando aún sigue en coma.
Estos
ejemplos del riesgo de la red para sus inconscientes usuarios vienen a cuento
de la horrible tragedia ferroviaria de Santiago de Compostela. Enterarnos de
que el conductor del tren, Francisco
José Garzón, presumía hace poco más de un año en Facebook de "ir al
límite", junto a una imagen explícita del velocímetro que lo atestiguaba, pone
los pelos de punta.
Uno
no sabe a qué vienen tantos alardes auto inculpatorios en las redes sociales.
Sólo cabe imaginar que una inconsciente sensación de impunidad, mezclada con la
vanidad y la estupidez propias del género humano, son las responsables de tanto
disparate.
Diplomado en la Universidad de Stanford, lleva escribiendo casi cuarenta años. Sus artículos han aparecido en la mayor parte de los diarios españoles, en la revista italiana Terzo Mondo y en el periódico Noticias del Mundo de Nueva York.
Entre otros cargos, ha sido director de El Periódico de Barcelona, El Adelanto de Salamanca, y la edición de ABC en la Comunidad Valenciana, así como director general de publicaciones del Grupo Zeta y asesor de varias empresas de comunicación.
En los últimos años, ha alternado sus colaboraciones en prensa, radio y televisión con la literatura, habiendo obtenido varios premios en ambas labores, entre ellos el nacional de periodismo gastronómico Álvaro Cunqueiro (2004), el de Novela Corta Ategua (2005) y el de periodismo social de la Comunidad Valenciana, Convivir (2006).
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