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Les tocó a los intocables

Les tocó a los intocables

viernes 11 de octubre de 2013, 20:11h
Cada mañana, a eso de las 11, paso por el Prado de San Sebastián camino del centro de Sevilla. Cada mañana me encuentro algún numerito ante los Juzgados frente a los Jardines Murillo, cuando no es por el Caso Marta del Castillo, es por las preferentes, por algún desahucio, por la declaración de algún dirigente del SAT asaltasupermecados de Diego Cañamero y Sánchez Gordillo o por una redada policial en las Tres Mil Viviendas que lleva consigo toda una cohorte de gitanos al lugar. El pasado jueves me topé con un centenar de sindicalistas de UGT y CC.OO. que portando las clásicas banderitas y alguna pancarta, gritaban frases ininteligibles a las puertas del edificio judicial. Me acerqué y logré entender algunos de los eslóganes que lanzaban contra, no podía ser otra, que la juez titular del Número 6, Mercedes Alaya. "Inquisidora, fascista, fea, represora o Alaya, pepera, métete en la lechera" eran las consignas esgrimidas. Un "escrache" en toda regla para presionar a una profesional que está respetando al milímetro la legalidad de su instrucción.


La causa, ya se lo deben imaginar, era la detención de varios sindicalistas de UGT imputados en el Caso de los EREs fraudulentos. Dado que las declaraciones se alargaron durante toda la jornada y hasta altas horas de la madrugada, la concentración en apoyo de los "compañeros imputados cuya honradez está fuera de toda duda" también se prolongó más de doce horas. No entro ni salgo a la hora de calificar si los métodos empleados por la Guardia Civil para conducir a los detenidos a los Juzgados sobrepasaron la legalidad. Quizás se podía haber hecho de otra forma menos virulenta. Lo que sí creo que sobrepasó esa misma legalidad fue el "escrache" sindical que se vio obligada a soportar la juez instructora cuyas órdenes fueron comparadas por algún dirigente de la UGT como "propias de la brigada político social de la época franquista". Comparación impresentable aunque bastante manida ya entre algunos dirigentes políticos y sindicales cuando se quedan sin argumentos. Y una pregunta, ¿todos esos miembros de UGT y CC.OO. que pasaron todo el día ante los Juzgados estaban en paro o eran liberados sindicales que no tienen que acudir a sus puestos de trabajo? Porque allí no hubo relevos. Los mismos que estaban a las doce del mediodía, estuvieron hasta las dos de la madrugada cuando sus compañeros salieron en libertad con cargos tras declarar ante Mercedes Alaya. 

Y es que esta segunda fase de la Operación Heracles ha destapado la Caja de Pandora de algunas instituciones que, hasta ahora, parecían intocables. Que se detuvieran a políticos, a intermediarios, a abogados, a funcionarios por su presunta vinculación a la trama de los EREs fraudulentos, era hasta cierto punto normal. Y normal es, pese a quien le pese, que también haya sindicalistas que hayan colaborado para que todo este enredo de fraude saliera adelante. Hablar ahora de intereses mediáticos de la derecha cavernícola o de turbios manejos con la Justicia del Gobierno del PP, tal y como apuntan algunos líderes sindicales, no es sino tratar de confuncir al personal inventándose cuentos que a estas alturas nadie se cree, sobre todo después de que la propia presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, haya reconocido que el sindicato hermano, la UGT, falsificó algunas facturas de subvenciones y ya ha devuelto 25.000 euros cobrados indebidamente. Este caso también está en manos de Mercedes Alaya y es muy posible que, en un futuro no muy lejano, la juez se vea obligada a imputar a algunos otros altos cargos del sindicato cuya "honradez", por supuesto, nadie duda.¿Volverán entonces los escraches ante el Juzgado número 6?

Por desgracia, la labor de los sindicatos, sobre todo de los dos mayoritarios, UGT y CC.OO., ha ido cayendo en descrédito en los últimos años al haberse plegado a las directrices políticas del PSOE e IU. Da la impresión, y muchos trabajadores ahora en paro lo han sufrido en sus propias carnes, que los comités de empresa de muchas fábricas o entidades privadas se han dedicado a salvar su propio culo dejando a sus compañeros de curro vendidos y en la calle con EREs ridículos o indemnizaciones paupérrimas mientras ellos lograban compensaciones millonarias. Porque, seamos claros, toda la corrupción política que ahora se destapa ha tenido también su alter ego en otra corrupción sindical a estar las finanzas de los sindicatos en manos de los Gobiernos de turno a través de las subvenciones o de los Acuerdos de Concertación Social. Por todo ello no hay que buscar fantasmas donde no existen. Si algún sindicalista ha robado, que lo pague. Nadie está lbre de culpa ni es intocable por el mero hecho de llevar pegado en el pecho la pegatina de UGT o de CC.OO.
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