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Amparo Soler Leal

Amparo Soler Leal

viernes 25 de octubre de 2013, 10:13h
A las pocas horas de la muerte de Manolo Escobar se nos ha ido Amparo Soler Leal. Ha tenido unos últimos meses muy malitos y dolorosos, afortunadamente estuvieron con ella hasta el último minutos sus dos grandes compañeras de viaje, Lolín y Vero, mi hermana si no de sangre sí de vida que une mucho más.

De Amparo recuerdo su mala leche y su sentido del humor a partes iguales; me hacía reír mucho cada vez que nos veíamos y si estaba Lolín la cosa, entre whiskys, tabaco y risas acababa en madrugadas interminables.

Muchos la recordaremos por sus inolvidables actuaciones como la tuerta Chus, esposa del heredero fetichista del marqués de Leguineche, pero la carrera de Amparo fue larga, fructífera y llena de premios tanto en el cine como en el teatro donde debutó con 15 años a las órdenes de Alfonso Paso. Durante años dejó el teatro, hasta el 94 en que hizo una brillantísima rentree con Mario Gas en El Zoo de Cristal.

Dedicó el paréntesis al cine, una carrera larga y exitosa al lado de su gran amor Alfredo Matas al que muchos todavía recordamos y sin quien el cine español no sería lo que es hoy a pesar de Montoro.

De sus pelis, como decía ella, la que más me gustó e impresionó fue Mi hija Hildegart en la que se narraba la terrible y fascinante historia de Hildegart, asesinada por su madre. La peli, dirigida por Fernán Gómez, narra la historia verídica de Aurora Rodríguez (Amparo) y su hija Hildegart (Carmen Roldán), niña prodigio que a los tres años leía y a los siete hablaba seis idiomas.

Aurora la engendró de un padre escogido por ella específicamente y la educó y crió para ser la mujer del futuro. Hablo de los años 20 del siglo pasado y su trabajo fue tan bueno que a los 18 años la muchacha era una gran activista del Psoe y UGT, se carteaba con HG Wells y Sigmund Freud y publicó un libro sobre la liberación sexual de la mujer que vendió 8.000 ejemplares solo en Madrid. La muchacha creció al amparo de su madre pero llegada la juventud, apenas con 19 años, desarrolló su propio criterio y hasta se enamoró. Aurora, su madre, vio en ese amor la renuncia de su hija a la mujer del futuro, a ser la liberadora de las mujeres del mundo y una noche, mientras dormía, le descerrajó cuatro tiros y se entregó a la justicia.

Nos quedan sus pelis, sus grabaciones en Estudio Uno y los recuerdos de whisky y tabaco. Ya no sufrirá más que es lo que ella quería pues su carácter se agrió con los dolores y ha no salía de su piso en Ganduxer más que para acudir a urgencias cuando le daba un ataque. Un beso desde aquí a la gran actriz y a su compañera y amiga leal Vero que hasta el final estuvo con ella y que hoy está triste, muy triste. Te quiero mucho, Vero.
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