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Había una vez...un circo que alegraba siempre el corazón

Había una vez...un circo que alegraba siempre el corazón

lunes 11 de noviembre de 2013, 18:57h
Permítanme que le haga un homenaje a la saga de los Aragón, ya saben , los payasos de la tele, Gaby, Fofó y Miliki, que tan buenos ratos nos hicieron pasar cuando éramos niños. Ahora, ya de bastante mayor, cada vez que presencio alguna de las habituales convenciones políticas y las intervenciones de los líderes, sean del partido que sean, me acuerdo de los payasos de la tele porque, aunque con bastante menos gracia que ellos, me evocan sus puestas en escena y sus canciones, entre elllas las de "Feliz, feliz en tu día", "La gallina Turuleta", "Mi barba tiene tres pelos" o, cómo no, "Susanita tiene un ratón". Todos sueltan sus rollos, hacen sus discursos más o menos rimbombantes, liman asperezas, cantan sus canciones y se marchan a casa encantados de haberse conocido. Y los votantes, ciudadanos sin carnet de partido y con miles de problemas sobre sus espaldas, contemplan anonadados en las televisiones o en los periódicos lo bien que se lo pasan sus líderesplaneando estrategias y programas para recuperara los votos perdidos o, al menos, mantener ls que ya tienen

Llevo más de cinco lustros, que se dice pronto, como analista político en diversos medios de comunicación y cada día que pasa me quedo más estupefacto con los congresos, reuniones o convenciones de las distintas fuerzas que nos representan. Siempre he defendido, y así lo demuestran las decenas de elecciones desde que accedimos a la democracia, que las mayorías parlamentarias, el éxito de uno u otro partido en cada convocatoria electoral, las da eso que se llama el centro sociológico, más de cinco millones de votantes que están alejados de los radicalismos tanto de la derecha como de la izquierda. Con ello obtuvo Adolfo Suárez y la UCD su primera mayoría, con ello consiguió Felipe González acceder al poder tras abandonar el PSOE el marxismo-leninismo y jugar a la socialdemocracia, y con ello el PP de José María Aznar o de Mariano Rajoy, acercándose al centro-derecha, lograron sendas mayorías absolutas en dos ocasiones, la última, hace sólo dos años cuando la crisis y el descontrol zapaterista había dejado un país para el arrastre. Dicen algunos que España es un país fundamentalmente de izquierdas. Yo digo que es absolutamente falso. España es un país, como mucho, de centro-izquierda y cualquier radicalismo suele ser castigado en las urnas. un centro oscilante formado por varios millones de votos de la clase media, es el que decide finalmente si se acaba una etapa o comienza otra.

De ahí que no entienda lo que acaba de ocurrir el pasado fin de semana en la convención socialista de Madrid. Dicen los expertos que el PSOE ha dado un giro a la izquierda para hacerle frente a la política conservadora del PP. La foto de Gaspar Zarrías, puño en alto, cantando La Internacional es una imagen que me recuerda un socialismo anquilosado en los años sesenta. Claro que mientras unos abucheaban a la monarquía y a la Iglesia, otras como la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, se erigían en "estrella" de la película defendiendo la unidad de España frente a las apuestas independentistas de algunos de sus compañeros. ¿En qué quedamos? ¿Somos republimonarquicos? ¿nacionalfederalistas? ¿sociocomunistas? ¿o no sabemos lo que somos y estamos confundiendo al personal? ¿Para qué queremos un PSOE a la izquierda del PSOE si ya tenemos un partido como IU que ha demostrado durante años cuáles son sus aspiraciones?

Si el PSOE de verdad gira a la izquierda lo único que conseguirá es arañarle algunos votos a Izquierda Unida que es la que no se ha movido de su sitio. Lleva razón el líder de IU, Cayo Lara, cuando afirma que el ser de izquierdas se demuestra no con discursos sino con hechos. Y los hechos ha demostrado que el PSOE, cuando ha llegado al poder, no ha hecho precisamente una política de izquierdas, posiblemente porque como afortunadamente no estamos en una autarquía y pertenecemos a la Unión Europea, tampoco pudiera hacerla. El circo de la Convención Política del PSOE sólo ha servido para dos cosas, para que Alfredo Pérez Rubalcaba gane algo de tiempo antes de que le den la patada y para confirmar que Susanita Díaz tiene el ratón bien amarrado por la cola para dar el salto a Madrid cuando ella lo vea conveniente. Y poco más. El circo esta vez ni tan siquiera consiguió alegrarnos el corazón. Decía el fundador de los jesuitas, San Ignacio de Loyola aquello de que "en tiempos de tribulación, no hacer mudanzas" y convendría que el PSOE se aplicara la máxima. Si hay algo que mudar es la cabeza visible del socialismo que está más quemada que el palo de un churrero.  
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