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La visita real: el conflicto y la simbiosis

La visita real: el conflicto y la simbiosis

miércoles 07 de noviembre de 2007, 23:12h

 La espectacularidad y rimbombancia patriótica con que los medios de comunicación marroquíes y su clase política, a la cual sirven con fidelidad, muestran la indignación por la visita real española a las ciudades de Ceuta y Melilla, tiene poco o ningún eco real en el marroquí de a pie, que se muestra más preocupado por el desempleo, la corrupción y la falta de oportunidades que por reivindicaciones patrióticas que nada afectan a su ínfimo salario que apenas le permite malvivir y llegar a fin de mes.

     Y si hablamos de los marroquíes que viven en las poblaciones vecinas de Castillejos, Tetuán o Tánger, para ellos la españolidad de Ceuta y Melilla es casi una bendición. Más de tres mil marroquíes atraviesan a diario la frontera de Ceuta para proveerse de mercancías (contrabando tolerado por ambas partes) que revenden en Marruecos y les proporcionan un medio de vida que su país de origen no puede ofrecerles. Cuatro o cinco mil empleadas domésticas también pasan diariamente a Ceuta a trabajar y reciben un jornal tres veces superior al que recibirían en Marruecos, en el dudoso caso de tener la oportunidad de encontrar empleo. Muchas de ellas están inscritas en la seguridad social española, y reciben un tratamiento médico con el que no podrían soñar en su país.

      Las manifestaciones de marroquíes en la frontera con Ceuta han sido orquestadas por las autoridades políticas del país vecino, que condujeron en autobuses a estudiantes de secundaria desde Tetuán a cambio de día libre y jornada festiva. Mientras que la prensa oficial marroquí habla de 6000 personas; la agencia France-Press, poco sospechosa de proclividad a España, apenas habla de 1000. De hecho, los supuestos sentimientos reivindicativos son, en el caso de los tetuaníes, totalmente contra-natura. Los residentes en Tetuán no precisan visado para entrar en Ceuta, y aprovechan cualquier festividad marroquí para visitar esta ciudad y llenar la cesta de la compra con productos del Eroski, Zara o el recientemente inaugurado Lidl, siempre abarrotado de marroquíes, muchos de ellos del otro lado de la frontera. Para muchos de ellos Ceuta es una fiesta occidental.

     Tampoco tiene mucho que ver la hostilidad oficial y mediática hacia el llamado “colonialismo español” con la realidad diaria de las calles de Tánger o Tetuán.

¿Qué piensan los marroquíes al respecto? “Pienso que Ceuta y Melilla deberían ser marroquíes, por Historia y geografía, pero creo que es un tema que no preocupa verdaderamente a la gente. El gobierno ha reaccionado así porque es nuevo y necesita mostrar fortaleza”, afirma Amina, estudiante de Informática en la Universidad de Tánger. En la misma línea opina Mustafa, abogado en Tánger, que considera que  “tanto la visita real como la reacción marroquí tienen más de simbólico que de auténtico, especialmente por la coincidencia de la fecha con el aniversario de la Marcha Verde”. Pero todos están de acuerdo en que españoles y marroquíes del norte conviven y seguirán conviviendo en perfecta armonía y los tangerinos y tetuaníes nunca se cansarán de mostrar y expresar su afinidad y predilección por el español antes que por el francés “oficial”, que ven más lejano y distante. En Tánger hay unas cuarenta tabernas que fueron fundadas por españoles en los años cuarenta o cincuenta, y cuya clientela es hoy mayoritariamente marroquí. En estas tabernas toman cervezas y tapas juntos a diario españoles y marroquíes, y si en algún momento se produce alguna discusión tendrá algo que ver con rivalidad futbolística entre Real Madrid y Barcelona, equipos que aquí levantan pasión, y jamás con la supuesta “descolonización española” de Ceuta y Melilla. Más bien al contrario. “¿Vas a Ceuta? Por favor, tráeme tal medicina o tal pieza para el coche, que aquí no la hay, es peor o mucho más cara”.

     Ceuta y el norte de Marruecos viven en una perfecta simbiosis que beneficia a ambas partes. Tener una ciudad de la Comunidad Europea adyacente a su territorio proporciona a sus locales más beneficios que inconvenientes, y no he escuchado a un solo marroquí en esta zona una queja por la presencia española en el Norte de África.

Pero una cosa es la política oficial de Marruecos, su fiel prensa escrita al dictado y otra muy diferente la vida real, los marroquíes amigos, abiertos y hospitalarios, con los cuales los españoles, mal que pese a quien pese, nos entendemos perfectamente.

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