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El derecho a decidir

El derecho a decidir

miércoles 18 de diciembre de 2013, 08:10h
El derecho a decidir esconde, en una expresión aparentemente emotiva, un ejercicio antidemocrático de calado y profundidad que es utilizado, además, para defender posiciones que esconden una deficiente gestión pública.

Uno de los argumentos más utilizado por los nacionalistas, los protonacionalistas y los prenacionalistas periféricos, es que los países normales utilizan el derecho a decidir y que, por lo tanto, no hay que tener miedo a plantearlo en Cataluña.

Suelen esgrimir que así lo han hecho Canadá y Escocia, y que, por lo tanto, nada debería impedir -al menos moralmente-, llevarlo a cabo en Cataluña. Es, dicen, lo que haría... un país normal.

Olvidan que Escocia es uno de los tres países (más el Ulster) que conforman el Reino Unido. Que fue durante muchos siglos un reino independiente y que en 1707 firmó el Acta de Unión que implantaba lo que en estos momentos se llama el Reino de Gran Bretaña. Nada que ver con Cataluña.

Olvidan que Canadá protagonizó la firma del Acta de Unión de 1840 tratando de sumar las antiguas colonias francesas con las británicas, creándose una confederación en 1867. Nada que ver con Cataluña.

Porque España no se conforma como la suma de antiguas colonias, sino que el presunto derecho a decidir trataría de desunir lo que ancestralmente, salvo aislados casos del medioevo, no formó nunca una unidad independiente.

Una vez desarmado los argumentos sobre Escocia y Canadá quedaría el hecho de analizar los argumentos a favor del hecho de que el derecho a decidir es básicamente democrático.

Si así fuera, olvidándonos de argumentos históricos, tendríamos que pensarnos el derecho a decidir de Torrelodones o de Bárcena de Pie de Concha. Porque no es más democrático el derecho a decidir de una parte cuando en su decisión reside la supervivencia del todo del que forma parte.

Sería como preguntarle a un brazo si tiene que ser amputado. Habría que preguntarle al cuerpo entero, al que toma las decisiones, en nuestro caso, a la nación española.

Por eso estamos en algo tan español como, en palabras de Unamuno, "el aldeanismo". Algo que nos llevó a considerar normal la formación del Cantón de Cartagena y, en estos momentos, llegar a decir que el referendum de Escocia o Canadá obedecen a decisiones similares.

Cataluña es mucho más que una nación: es una región de España. Y un país normal, ese del que hablan tanto los nacionalistas, los protonacionalistas y los prenacionalistas, aplica la ley, trata de vivir en paz y armonía, respetando las lenguas y los derechos de cada una de sus partes. 

@AntonioMiguelC
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