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La lenteja francesilla

La lenteja francesilla

miércoles 26 de febrero de 2014, 13:24h
Hace más de veinte años, cuando los dos decidieron poner en marcha este debate, copiando las tradiciones de otros parlamentos democráticos, Manuel Fraga creyó oportuno descubrirle a Felipe González lo que costaba un kilo de lentejas francesillas, ya que estaba seguro de que el presidente no se dignaba a acudir a la tienda para hacer la compra. Por supuesto que al hiperactivo líder de la oposición tampoco visitaba personalmente al tendero pero debió enviar a un colaborador al mercado para que le pasara una lista de precios, como quien abre una ventana a la España real. Y al diligente colaborador de don Manuel le debió parecer muy representativo del coste de la vida lo de la lenteja francesilla. Su precio de entonces debe estar registrado en el diario de sesiones del Congreso de los Diputados. Fraga lo recogió junto la precios de las patatas, los garbanzos, las lechugas, etc inundando los escaños y trasladando a las estenotipias con el coste de su particular cesta de la compra. Fue su manera de pedirle al presidente que se bajara de la nube de los éxitos de su gestión, exhibidos en el discurso con el que abriera el debate, para descender a la vida cotidiana de los ciudadanos.  Alfredo Perez Rubalcaba, hizo lo mismo, pedir al presidente que saliera a la calle para ver como vive la gente,  en esta 24 edición del debate sobre el estado de la nación. Pero en plan mucho más directo y sin falsas preocupaciones por el coste de las lentejas: "¿en qué país vive usted, presidente?" Fue la expresión más afortunada del líder de la oposición,  la frase más representativa de lo que puede pensar la calle ante ese relato triunfal de Rajoy.

El presidente se empieza a presentar a sí mismo de forma aún más favorable de la que utilizaría su propia abuela,  esta convencido que es el hombre providencial que nos ha sacado de la crisis. Es el heraldo del pedazo de recuperación del que no nos hemos enterado. Y por eso, porque no nos hemos enterado, Rubalcaba explicó mucho más la España real de lo que lo hizo el presidente. Suele ser el guión no escrito pero si repetido de todos los debates del estado de la nación desde que existen. El rifirrafe entre los datos favorables cuidadosamente amontonados por los asesores con las ensoñaciones presidenciales, de un lado, y, del otro,  la artillería pesada lanzada por la oposición en base a los sufrimientos de la sociedad que ignora el poder y a las ganas de minar o derribar al presidente que anima toda su estrategia. Así es siempre en un espectáculo que suele dar munición a los hoollygans de uno y otro lado para repetir luego machaconamente ante cualquiera que les quiera oír. En tiempos de Fraga o Felipe se repetían los mensajes tras la coletilla  de "como bien dice don Manuel..."   o "como dice el compañero Felipe..." Ahora directamente se plasman las consignas en argumentativos que se distribuyen inmediatamente  por watsapp. Entre tanto, los periodistas nos dedicamos a discutir sobre quien ganó el combate dialéctico y por cuanto y los medios de comunicación activan sus redes sociales para conocer la opinión del personal que, ¡qué casualidad¡ siempre suele ser coincidente con la opinión editorial de esos medios. Es todo lo que suele dar de sí el espectáculo. Durante los días siguientes se comenta en los bares y en las oficinas, aunque cada vez son más los que aseguran que ninguno de los dos contendientes le van a resolver sus problemas que quienes vehementemente defienden a uno y atacan a su contrario. Si se lee el CIS o cualquier encuesta se entiende bien: Rajoy es el presidente más desgastado y en poco tiempo de la democracia. Y Rubalcaba tiene aún menos credibilidad para el personal que él, incluso para muchos de los que votan al PSOE. El resultado de este cara a cara de ayer con dentelladas a la yugular y golpes bajos por doquier se conocerá mejor cuando votemos en mayo con motivo de las elecciones europeas. Y seguramente lo más relevante no será quien o por cuanto gana o pierda, que da casi igual porque no nos va a cambiar a quien nos gobierna. Lo más significativa será quizás quien se desgasta más. De ahí tanto empeño de cada uno en destrozar al contrario. Pero puestos a opinar habría que decirles a quienes nos gobiernan y a sus asesores que hagan como el asesor de Fraga, que se den una vuelta por la calle, aunque obvien el precio de la lenteja francesilla, porque hay muchos, y son demasiados millones de personas, que muy poco o nada tienen para comprarlas.
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