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Cita a ciegas en San Telmo

Cita a ciegas en San Telmo

lunes 10 de marzo de 2014, 20:10h
Tal y como estaba previsto, Susana y Juanma, Díaz y Moreno, tanto mota monta tanto, se vieron las caras frente a frente y por primera vez a mediodía del lunes en el Palacio de San Telmo. Los dos grandes y jóvenes púgiles que se disputarán el futuro Campeonato andaluz de los Pesos Pesados se encontraron en el tanteo previo al primer gran asalto que tendrá lugar el próximo 25 de mayo con las elecciones europeas. Como era de prever, todo quedó en un intercambio amable de exquisiteces y elogios mutuos, "la presidenta -dijo Moreno- no tiene por qué dimitir por el problema de los EREs fraudulentos". "Actualmente", matizó. Después, según avance las investigaciones de la juez Alaya, ya veremos. Fue más un sutil intercambio de declaraciones en el que quedaron claras las diferencias de criterio, aunque menos duras y bastante más atenuadas que en recientes tiempos pasados con Pepe Griñán y Javier Arenas como protagonistas.

Díaz, que no es tonta, no desea demasiados "tete a tete" con el PP y prefiere un encuentro a tres bandas, que en el ring esté presente Izquierda Unida como árbitro, un árbitro que de momento pertenece a su equipo y cobra de su bolsillo, y Moreno, naturalmente, se niega, siempre.claro está, con las mejores formas y la sonrisa en la boca, que no están las cosas como para romper la baraja antes de comenzar la partida y la bolsa final es muy apetitosa. Vamos que este previo oficial sólo ha servido para que ambos se hagan la foto pertinente, una foto que no se enmarcará y que quedará en las hemerotecas, porque de las veintitrés propuestas de trabajo y regeneración llevadas al cuadrilátero de la Avenida de Roma por Juanma, Susana no se ha dignado a considerar ni una sola. ¿Para qué, si con su socio tiene la mayoría absoluta en el Parlamento? Si tiene que hacer algo lo hará como iniciativa propia y de su partido y no gracias a un acuerdo con el líder de la oposición. Eso sí, Juanma Moreno aprovecho la ocasión y tuvo sus cinco minutos de gloria en el paseíllo por la calle San Fernando, camino del Palacio de San Telmo, rodeado de cámaras, fotógrafos y periodistas como si fuese la mismísima Duquesa de Alba.

Ya lo hemos dicho alguna vez. El gran problema, el mayor handicap al que tiene que enfrentarse el nuevo líder de la oposición andaluza, Juan Manuel Moreno, es que no puede participar en los debates semanales de la Cámara andaluza al no ser diputado autonómico. Y no precisamente porque éstos sean seguidos con interés por la ciudadanía, que no suele hacerles ni puñetero caso, sino porque tendría que ser allí, en el antiguo Hospital de las Cinco Llagas, donde los dos principales candidatos a ocupar la futura Presidencia de la Junta de Andalucía, con luz y taquígrafos, expusieran sus propuestas para todos los andaluces y debatieran sus razones políticas y no en la tenue intimidad de los salones del Palacio de San Telmo. Porque por más empeño que le ponga el portavoz popular,Carlos Rojas, siempre habrá alguien que le eche en cara que debe de ser su jefe de filas quien defienda los proyectos de ley que su Grupo presenta y las iniciativas de control al Ejecutivo de Susana Díaz. Ello le va a suponer una importante merma en su empeño por darse a conocer ante sus posibles votantes. Pero es lo que hay e imagino que Mariano Rajoy también lo sabría o eso, al menos, quisiera imaginar, que era consciente de a quien mandaba.

Con todo, estos nuevos aires que han llegado al PP andaluz están pisando más la realidad que sus antecesores. Parece demostrado que la corrupción política es asumida por los andaluces, a la hora de depositar su voto, como algo inherente a la idiosincrasia de sus dirigentes y del propio pueblo. Aquello de "pues si fulanito no se lo ha llevado calentito es porque es tonto, porque yo en su lugar..." parece haber calado entre la ciudadanía que observa inmutable como han desaparecido cientos de millones de euros de las arcas públicas durante diez años y no sólo no castiga a los responsables, sino que hasta los premia dando la impresión de que el asunto de los EREs ya le cansa al personal. Algo de eso deben de saber en el PP andaluz. De ahí que Moreno Bonilla esté como pasando de puntillas sobre lo que tan sólo hace un año era el argumento clave en la estrategia popular para derribar el régimen de Griñán-Susana y centre sus esfuerzos en el paro. Puede que no le falte razón, pero convendría que se guardara alguna bala en la recámara para utilizarla en algún momento clave. Quizás le pueda hacer falta algún empujoncito cuando llegue la hora de cruzar los guantes en serio contra su rival, una hora que según todos los datos, está a unos nueve meses de camino, como un embarazo surgido de este primer encuentro en San Telmo.
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