Conozco a muchos militantes, y también a varios dirigentes, del Partido Popular que no acaban de entender los tiempos de
Mariano Rajoy. Le achacan haberse olvidado de la política doméstica, le acusan de haberse instalado en el inmovilismo más absoluto a la hora de dar el viraje que muchos piensan que ha de darse en muchos aspectos. Pero uno, en su oficio de mirón, también va conociendo, desde la distancia, a Rajoy: se siente bien en la autosatisfacción, cree que las cosas marchan y que, siendo esto así ¿para qué cambiar rostros, actitudes y talantes, cuando la economía ofrece signos de mejora, la aceptación internacional de la 'marca España' es un hecho y, al fin y al cabo, nombre a los ministros que nombre, las encuestas se van a cebar con ellos como con el conjunto de la clase política?
"Que se mueva el PSOE, que buena falta le hace", me comentó, despectivo, un alto cargo del PP cuando le comenté el 'tirón' popular que van a tener las primarias organizadas por este partido socialista, que ya ha celebrado la primera en la Comunidad Valenciana, con fallos organizativos, pero con bastante éxito, en general. De hecho, el PSOE ya ha empezado a moverse y está en precampaña cara a las europeas del 25 de mayo, unas elecciones que el principal partido de la oposición necesita ganar frente al PP para reafirmar su confianza. Los socialistas ya han presentado su candidatura, hecha de un juego de repartos del poder entre las distintas federaciones, lo que supone una factura muy distinta y distante a lo que significan las primarias.
Pero, dicho esto, considero que en el PP se evidencia una aún mayor falta de democracia interna. Rajoy, para desesperación de muchos, ha rechazado no solo hacer pública 'su' lista para las europeas, sino que va induciendo a pensar a quienes creían tener algo como cierto, por ejemplo que
Miguel Arias encabezaría la lista del PP y sería luego comisario, que puede que ni siquiera esto vaya a ser así. Todo depende de eso que, con humor, amargo humor en algún caso, se va llamando el 'dedo divino'. Y ese dedo, más largo aún que el faro de La Moncloa, ha decidido, una vez más, que ahora lo urgente es esperar. Entre otras cosas, porque Rajoy cree que la arrancada 'prematura' de los socialistas acabará desgastándolos en el camino; pues ¿no están ya mostrando ese desgaste con, por ejemplo los debates internos sobre cómo ha de tratarse a la juez
Alaya y a sus a mi juicio cuestionables autos?
De momento, la calma chicha de Rajoy cosecha algún punto positivo, como ese informe de la 'comisión de expertos' comandados por
Manuel Lagares, sobre reforma fiscal, bastante positivamente recibido incluso por la oposición, al tratarse de un papel producido por, en su mayoría, personas independientes, no partidistas y de alta cualificación. Yo diría que el presidente se está mostrando, más que como el perezoso que muestran los 'cartoonist', como un zorro que se sabe omnipotente en el gallinero. Al menos, hasta que acuda el granjero, en cuyo caso ya se vería qué hacer. Tiempo al tiempo, parece ser ahora la consigna.
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