El jurado de esta cuarta edición estuvo conformado por el director de fotografía Jacques Loiseleux (Francia), los realizadores Rachid Ferciou (Túnez), Jaime Noguera (España), María Lourdes Cortés (Costa Rica), Rigoberto Jiménez y Rafael Solís (Cuba), y Renzo Rosellini, hijo del célebre cineasta italiano y presidente de la Instituzione Roberto Rosellini, que se dedica a difundir la obra del neorrealista por antonomasia. Esta misma institución es la que otorgó el premio de 3000 euros en tecnología audiovisual a Sandúa y Delfa, quienes compitieron con otros 18 largometrajes y 23 cortos dentro del género documental y 12 obras experimentales o de videoarte, provenientes de Alemania, Argentina, Brasil, Cuba, Ecuador, Francia, México, Suecia y Suiza.
El festival se consolida año tras año como una alternativa a la globalización cinematográfica y es un referente a nivel mundial en cuanto a producción audiovisual dedicada a las temáticas sociales, humanas y políticas.
La ópera prima de los ganadores del certamen, narra la historia de un joven español trabajador del aeropuerto de Barcelona (el mismo Sergi Sandúa), quien se interroga acerca del porqué del conflicto palestino-israelí y de las motivaciones de la lucha palestina. Sin ninguna experiencia previa en la realización de documentales, con escasos medios económicos y una videocámara prestada por su colega Carlos Delfa, decide conocer de primera mano la realidad cotidiana de la gente en las ciudades y campos de refugiados en Palestina.