Los grandes
partidos casi han conseguido el objetivo buscado: que nadie hable de
Europa antes, en y después, de la campaña electoral. Que cunda el
desinterés, que no tenga hueco el europeísmo y que la gente huya de
las urnas. Lo tienen prácticamente conseguido. Las encuestas indican
que van a ser las elecciones con menor participación de la historia,
apenas un 40 por ciento, y, sobre todo, va a ser la campaña donde
menos se haya hablado de Europa, de los problemas y de las soluciones
que deben venir desde Europa, de qué pedimos al nuevo Parlamento y
al nuevo Gobierno europeo o de cuál debería ser el frente común
español ante la nueva legislatura. A los dos grandes partidos, y a
alguno más, sólo les interesa aplastar al rival, el debate interno,
las pequeñas vergüenzas del contrario. Ni siquiera les ha
interesado debatir sobre lo que los españoles creen que son los
principales problemas de este país: el desempleo y la corrupción.
Y por si fuera
poco, la "cagada" del candidato
Arias Cañete -discúlpenme,
pero no encuentro otra palabra que exprese mejor su acción- sobre la
superioridad intelectual del hombre -él- sobre la mujer
-Valenciano o quien fuera- ha conseguido llevar el debate todavía
más lejos de Europa, más lejos de lo que de verdad debería
interesar a los ciudadanos, más lejos de la labor pedagógica sobre
la trascendencia de ser y estar en Europa, que los candidatos
deberían tener como objetivo prioritario. Dice
Jean Claude Juncker,
candidato de la derecha a presidir el Parlamento Europeo que los
euroescépticos no obtendrán suficientes votos en estas elecciones
para poder bloquear el Parlamento Europeo, pero puede suceder en
2019. Si en todos los países, los candidatos se comportan como en
España, el euroescepticismo llegará sólo unos instantes después
de que todos los ciudadanos hayan perdido la fe en sus
representantes. Si alguien no es capaz de disculparse por un error
mayúsculo, es difícil que pueda contar con la confianza de los
votantes. Y si los demás, convierten la campaña en un "tiro al
Cañete" por ese error, en lugar de hablar de lo que toca, es que
tampoco les interesa Europa.
Los políticos
tendrían que invertir muchas horas en generar interés y
conocimiento sobre Europa, que va a ser quien marque nuestro futuro
de progreso o de fracaso. Hay un 63,5 por ciento de los jóvenes
españoles a quienes Europa les interesa "poco o nada". Todos
ellos van a vivir y trabajar en esta Europa, muchos de ellos, además,
en otros países. Y, además, esos jóvenes son los que van a
gobernar Europa en pocos años.
Los que estamos
convencidos de que no hay futuro fuera de Europa para solucionar
problemas como la inversión, el desempleo o la lucha contra la
corrupción ni para objetivos como la seguridad, la justicia, la
libertad, la educación, la investigación y la equidad, esta falta
de inteligencia de nuestros políticos causa de una enorme
desesperanza.
- Especial: '
España, un país en elecciones'