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Tres imágenes de un día histórico

Tres imágenes de un día histórico

sábado 21 de junio de 2014, 10:39h
Pasó el 18-J, el triste día de la gran decepción en el que "la roja" se convirtió en "la coja", y pasó el 19-J, la fecha señalada para el histórico relevo del Rey Don Juan Carlos. Ha sido ésta una semana densa en la que los españoles hemos sido protagonistas, para bien o para mal, de las portadas de buena parte de los medios de comunicación de todo el mundo. En ambos acontecimientos hay cierta similitud. La selección española de fútbol, que ha conseguido en la última década lo inimaginable, dos europeos y un mundial, ha acabado estrellándose en la catedral del fútbol universal, el Maracaná de Río de Janeiro, ante una selección de medio pelo "la rojita" de Chile, a la que, en circunstancias normales, le habríamos endosado una goleada. Pero los años no pasan en balde y los Iniesta, Casillas, Xabi, Villa, Alonso, Ramos, Silva, Torres, Piqué y compañia que eran los "jugones" que habían asombrado al personal hace un lustro, han llegado pasados de rosca y se han estrellado estrepitosamente. El relevo era pues necesario y debería de haberse hecho antes de afrontar este mundial de Brasil. En eso, Don Juan Carlos nos ha ganado por la mano y nos ha dado un ejemplo palpable y fehaciente de oportunidad abdicando del trono en su hijo Felipe VI antes de que las circunstancias lo pudieran dejar en evidencia, como le ha ocurrrido a la selección. Del Bosque tenía que haber hecho m´s o menos lo mismo, empezando por su propia persona, y habernos evitado así al resto de los españoles un bochorno y un ridículo de tamaño XXL como el que hemos hecho.

Dejando a un lado el mal rato que pasamos todos ante el televisor en la noche del miércoles, quiero centrarme en las ceremonias institucionales que rodearon el jueves la toma de posesión de Felipe VI como nuevo Rey de España, unas ceremonias que, dicho sea de paso, y dado el excesivo, cansino y repetitivo despliegue televisivo, llegaron a aburrir a las ovejas por muy trascendentales e históricas que fueran. Con todo y le pese a quien le pese, los españoles, empezando por los Reyes Juan Carlos y Sofía, hemos dado un ejemplo de normalidad democrática que muchos agoreros de las desgracias no esperaban. Es verdad que muchos de los miles que acudieron a la Plaza de Oriente a aplaudir a los nuevos Reyes, Felipe y Letizia, no se cortarían un pelo a la hora de hacer lo mismo con un supuesto presidente de la República, pero eso es algo consubstancial con el veleidoso carácter de los españoles.

Pero a lo que iba, que de las más de veinte horas de emisión televisiva con las que nos bombardearon  el jueves todas las cadenas, de las miles y miles de imágenes que contemplé a lo largo del día, me quedo con tres correspondientes a otros tantos actos institucionales de la entronización de Felipe VI, Al margen del discurso del Rey, de las alusiones a sus padres, de los arrumacos de Doña Leticia y de lo bien que tenían aprendido el papel las dos infantas, estas son las imágenes que se me quedaron grabadas.

La primera es la de la Doña Leticia recibiendo en el Salón de los Pasos Perdidos del Congreso de los Diputados el saludo de las autoridades. Le juro que llegué a ponerme nervioso con ese empeño la nueva reina de hacer de tapón al presentarle a la Infanta Leonor a todos aquellos que saludaban a sus padres. "Mira, hija, este es Eduardo Madina, un diputado que aspira a ser el nuevo secretario general del PSOE si la señora rubia esa que te presenté antes y que es presidenta de Andalucía, le deja". "Y este es el lehendakari de Euskadi, Iñigo Urkullu, y ésta.es Susana Díaz, la presidenta de la Junta de Andalucía, y éste..Y la Infanta, ante tal volumen de información en vena, se quedaría la pobre con un enorme lío en su cabecita de menos de diez años. Porque, claro, que te digan quien es uno, vale, pero que te detallen hasta la saciedad el curriculum de más de quinientos invitados raya en lo sádico. Ya tendrá tiempo la Infanta de conocer a todos los miembros de la clase política cuando alcance su mayoría de edad. Si yo hubiese sido la Infanta le habría dicho, "ya vale, mamá, ¿me quieres dejar tranquila de una vez?".

La segunda imagen fue la cara que puso Felipe González cuando observó que sus vecinos de tribuna, los presidentes de Cataluña y el País Vasco, Arturo Mas e Iñigo Urkullu, se negaban a aplaudir el discurso del nuevo Rey y permanecián inmutables mientras el resto de los presentes aplaudía. Si hay miradas que matan, la del ex presidente del Gobierno dejaba bien a las claras su intención ante la falta de educación y de respeto institucional de unos impresentables líderes políticos que se creen por encima del resto de los españoles.Es la gran diferencia entre los mediocres y los políticos con talla de estadista.

La tercera y última fue la frase del Rey Juan Carlos a su hijo Felipe VI después de saludar desde el balcón del Palacio Real a los que acudieron a vitorear el nuevo Rey. Un escueto y drástico, "yo ya me voy" ponía tierra de por medio y punto y final a casi cuarenta años de reinado en el que, por muchos sombras que haya habido y por más piedras que le hayan puesto en el camino, el pulso de Don Juan Carlos no ha temblado lo más mínimo a la hora de defender la democracia y representar dignamente a un país y a un pueblo que nunca ha valorado suficientemente el ímprobo y magnánimo esfuerzo del monarca. Sólo cabe esperar que el nuevo Rey siga los pasos de su padre y sepa capear los grandes problemas que se le van a plantear a la vuelta de la esquina.  
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